Pasado el mediodía del 19 de marzo, la tradicional prueba ciclista de San José cruza a toda velocidad la travesía de Bermillo de Sayago. Los corredores pasan como flechas por este tramo llano mientras los espectadores que han salido a las aceras se miran al final como diciendo: ¿Eso es todo? A solo un puñado de metros de allí, a las afueras del pueblo, Raúl Sánchez trabaja ajeno a las bicicletas. Es cierto que lleva un mono de Fassa Bortolo, una marca de construcción italiana que tuvo una experiencia como sponsor en el pelotón profesional a comienzos de los 2000. Pero hasta ahí. La jera va por otro lado.
En concreto, el mono que viste el sayagués le sirve para la obra que está llevando a cabo en su parcela: «Estamos habilitando, aquí en la parte de fuera, un espacio que se pueda aprovechar en primavera o en verano», aclara un hombre que, en realidad, es apicultor. No hay lugar a dudas al pisar el local ya rematado que se levanta al pie del lugar donde se desarrolla la faena. Tampoco engañan los accesorios ni la decoración. Este es el hogar de El Bosque de Helí, un proyecto que mira más allá de la producción y la comercialización de la miel.

Raúl aparca un rato la tarea para contar la historia. Todo comenzó con un curso de apicultura y con las cuatro primeras colmenas en el año 2000. De ahí viene todo. «El hobby se ha ido haciendo más grande», admite este vecino de Bermillo, que toda la vida se ha dedicado a los negocios y que ahora ha situado el de la miel en el centro. «Es algo que me tira mucho, pero también es muy complejo. Por eso, decidí diversificar», subraya.
En este caso, diversificar dentro del mismo sector. Raúl Sánchez tiene ahora, un cuarto de siglo después, 150 colmenas. Y algunas las enseña. Lo hace a través de visitas guiadas con grupos de entre cinco y doce personas. El apicultor acompaña a los visitantes hacia sus terrenos, a apenas unos centenares de metros del pueblo, y muestra el interior del mundo de las abejas: «Es algo que resulta asombroso. Incluso para mí, que llevo 25 años en esto», admite el profesional, que señala que la idea es dar unas pequeñas pinceladas sobre el terreno de lo que es «la organización social de una colmena».
Es decir, contar qué miembros tiene, cuál es el papel de cada cual y qué tipo de trabajo desarrollan. «Quedamos aquí, en el punto de encuentro, les doy una pequeña charla, les explico cómo son los equipos de seguridad que les vamos a poner, vemos las colmenas y luego hacemos una pequeña cata. En total, unas tres horas», comenta el apicultor, que lo tiene todo diseñado para que la zona resulte accesible y para limitar el riesgo. Incluso, la parcela se ubica al pie del centro de salud 24 horas de Bermillo. Por si se produjera alguna picadura que se complicase.
Raúl Sánchez matiza que el riesgo de que eso suceda es limitado, pero nunca cero. Al final, conviene adaptarlo todo para que la visita resulte segura y agradable. Para lo segundo está haciendo la obra el sayagués con el mono de Fassa Bortolo. También está mejorando el interior del local para las catas. Todo, desde la óptica de que esta parte turística del negocio ayuda a sostener de manera más cómoda la vertiente tradicional de producción y venta de miel.
Las visitas llevan ya un par de años y están a punto de empezar nueva temporada. En invierno, «las colmenas tienen un parón». Además, hace mucho frío «y no conviene andar abriéndolas». A partir de la primavera, ya es otra historia. «La gente va a un colmenar con dos ejemplares aparte y luego, a cincuenta metros, hay otro medio centenar», recalca Raúl Sánchez, que no solo está embarcado en este proyecto paralelo. Tiene otro par de ellos. Y los dos buscan «polinizar conciencias».
El primero consiste, básicamente, en dar charlas en los colegios. El apicultor sayagués ya ha ofrecido varias en distintos centros de la capital y de la provincia. En esas clases magistrales, Raúl Sánchez busca introducir a los alumnos en el mundo de la miel, en su complejidad, en la pasión que sienten las personas que, como él, se dedican a escudriñar el cosmos de las abejas para sacar el mejor producto.

El libro y el micromecenazgo
El segundo «polinizador de conciencias» es un libro. En realidad, un cuento infantil con ilustraciones de Pifa Montgomery. Y esa historia, con un título homónimo al de la empresa, El Bosque de Helí, está a punto de ver la luz. «Es otra herramienta más», resalta Raúl, que utilizó el nombre de su hijo tanto para el negocio como para la literatura. Lo de Helí es un reencuentro, «un homenaje».
Para financiar el proyecto, el ideólogo de El Bosque de Helí abrió una campaña de micromecenazgo que concluye esta semana. De momento, ga conseguido 62 aportaciones por un valor total de 2.379 euros. Aspiraba a lograr 2.000, así que hay suficiente. El libro podría estar a la venta antes de Semana Santa. «Es un alegato a favor de la vida rural», remacha Raúl Sánchez, que utiliza al niño como protagonista y a la abeja como fiel compañera. Igual que en el mundo real.