Mañana de refranes, disputas y un poquito de bronca en la Diputación de Zamora. Con el foco puesto en la economía, el Pleno ordinario de marzo sirvió para contemplar el alto grado de conocimiento de los portavoces sobre los dichos populares y para dejar patente que los datos, con fama a veces de fríos, se pueden calentar y moldear a conveniencia. La liquidación de 2024 arrojó unas cifras, pero si uno escucha al equipo de Gobierno y a la representante de Izquierda Unida sin leerlas antes, le puede parecer que cada cual ha interpretado un documento.
Y eso que todo comenzó en un ambiente de concordia, tras la lectura del manifiesto del 8M, pero hasta ahí duró el acuerdo. El asunto se enredó en la polémica durante el debate sobre el plan económico financiero sin medidas correctoras que ha tenido que aprobar el Pleno después de que la Diputación se saltara la regla de gasto en 2024. Una cosa similar a lo que le ha pasado al Ayuntamiento de la capital. Aún así, el encontronazo entre Laura Rivera (IU) y Víctor López de la Parte (PP), ediles también en la institución local, se hizo bien visible en la Encarnación.
Rivera arrancó con sus datos y criticó que la Diputación acumulara remanentes por valor de 112 millones de euros entre los de la propia institución, los del Patronato de Turismo y los de los demás entes vinculados: «Ustedes dicen que todo va bien, pero cada uno ve la feria según le va en ella», apuntó la representante de IU, que celebró la intención anunciada por el equipo de Gobierno durante la semana de lanzar un plan especial de inversión de 25 millones, pero que afirmó que tal acumulación de dinero en el banco es síntoma de «ineficacia e incompetencia».
La representante de la oposición acudió a esa frase habitual de «Diputación rica en provincia pobre», antes de que la socialista Sandra Veleda insistiera en el argumento de que hace falta invertir en los pueblos. La portavoz del PSOE habló en un tono conciliador, más allá de que el mensaje fuese por los mismos derroteros que el de Rivera. Es decir, demasiado dinero en el banco y poco en las comarcas.
El caso es que López de la Parte no compró ese argumento, y elevó el tono contra Rivera: «Miente, como es habitual. Junta datos y la gente se escandaliza», advirtió el vicepresidente primero de la institución, que recalcó que las cifras de los remanentes no son como las explica la portavoz de IU, sino que existen cantidades ya comprometidas o procedentes de fondos para proyectos que se van a ejecutar en los próximos meses.
«Miente y lo sabe», insistió López de la Parte, que se desvió hacia el Ayuntamiento de Zamora para opinar sobre asuntos como el crédito extraordinario aprobado para reforzar con 700.000 euros el servicio de ayuda a domicilio, un ejemplo, para el responsable del PP, de falta de planificación que aprovechó para emplumarle a Rivera en el edificio vecino.
En la réplica, la representante de IU se defendió: «Yo no miento, solo sumo», deslizó Rivera, que repitió que la Diputación ha de gastar e invertir: «No sea que vengan sus amigos de Vox con la motosierra y nos quedemos a dos velas», sostuvo la política de la oposición, que también aprovechó el turno para revolverse con los asuntos de la ciudad, para disgusto de Veleda, que reclamó que el debate local se quede allí donde ha de dirimirse.
Aún así, López de la Parte continuó por esa línea en el cierre de un debate que concluyó, como es costumbre, con la última palabra por parte de Javier Faúndez. El presidente tiró de otro refrán para dirigirse a Rivera: «Como decía mi padre, que fue su compañero en Alcañices, predicar en el desierto, sermón perdido», le espetó a la representante de IU, a quien acusó de «dominar como nadie el arte de la manipulación.
Un cierre bronco
Faúndez aseguró igualmente que el equipo de Gobierno va a invertir «sin atropellos, con tranquilidad y con coherencia», antes de regresar a la ciudad para decirle a Rivera que la Diputación tarda «dos años en hacer carreteras», mientras el Ayuntamiento acumula diez con el Banco de España: «Su discurso es torpe. Si lo veo en blanco y negro, diría que es del NO-DO», resolvió el dirigente alistano.
Ahí quedo la cosa hasta que en su último turno de intervención, ya en las mociones, Rivera elogió al padre de Faúndez y atizó al presidente a continuación: «No le puedo aplicar el ‘de tal palo, tal astilla». El apunte no le gustó un pelo al aludido: «Es una falta de respeto, pero usted se mueve muy bien en el lodazal», zanjó el dirigente antes de que el Pleno muriera con la pregunta y el ruego de un PSOE empeñado en abrirse un hueco entre el pim pam pum.