Begoña González entró a trabajar en el Teatro Principal hace 35 años. Por entonces, los empleados tenían un código de vestimenta marcado: ellos, con pantalón; ellas, con falda: «Íbamos muy guapas, pero incómodas, así que pedimos el cambio. Por suerte, nos lo concedieron sin problema», explica ahora la auxiliar de sala del liceo municipal, la mujer que, desde las entrañas de este lugar, ha recorrido parte del camino hacia la igualdad.
A veces, Begoña ha ejercido como protagonista o como impulsora de este movimiento, con peticiones que caían por su propio peso como aquella de la ropa; otras, ha seguido esa evolución desde la distancia corta. La ahora taquillera del Principal ha percibido, en estos tres decenios y medio, el cambio en el comportamiento de los espectadores o las transformaciones en el perfil del reparto y de la dirección de las obras. Nada ocurrió de repente, pero al mirar atrás se percibe la diferencia.
El testimonio de esta trabajadora ha sido uno de los que se han podido escuchar durante el coloquio «Mujeres en el Teatro», que se ha celebrado este jueves en el foyer del Principal y que ha contado con la presencia de empleadas, actrices, directoras y aficionadas. Desde Begoña hasta Bárbara Végmed, pasando por Carmen Martín, Eléonore Bisson, Lucía Muñiz o Verónica Calvo. Todo, bajo la batuta de la moderadora, Sara Incera.

De vuelta al testimonio de Begoña, sus compañeras de mesa escuchan con atención lo que tiene que decir una mujer que ha visto de todo bajo este techo: «Antes, el público venía en pareja y, cuando había fútbol, no venía ni la mitad. Ahora, las mujeres se han independizado en ese sentido», remarca la empleada del liceo, que resalta que todo el tema de la igualdad ha ido evolucionando.
Así lo ve también Bisson, directora y actriz, que desde su óptica percibe cómo las mujeres se han ido incorporando progresivamente a los «grandes papeles» y a las tareas de dirección. Eso ha permitido que el teatro sume más temas como la maternidad, la sexualidad o la violencia de género, como apunta también Végmed, intérprete, bailarina y narradora.
Para Verónica Calvo, esta llegada femenina a los puestos de relevancia dentro de las obras ha dado lugar a que los papeles de «esposa, hija y amante» hayan dejado de ser tan recurrentes, aunque bajo su óptica falte aún trabajo en el plano educativo y en la concienciación que se puede hacer desde los medios de comunicación.
Una vida «arañando papeles más grandes»
A su lado, en una de las esquinas de la mesa, Carmen Martín habla con la autoridad que le confiere la experiencia de más de 50 años como aficionada al teatro y directora amateur: «Hemos dejar de ser las que estamos en el segundo plano para que brille el actor», opina esta mujer, que cree que han ido «arañando día a día» ese papel más grande.
Además, «hasta hace casi quince años era difícil ver directoras». Ahora, el porcentaje ha crecido de manera considerable. En parte, gracias a los referentes que cita Verónica Calvo, como Carme Portaceli o Nuria Espert, que «se atrevió a hacer una compañía propia». En realidad, en cada rol, en cada puesto, las mujeres han ido ganando ese terreno. La más joven de la mesa, Lucía Muñiz, escucha, asiente y agradece. Su camino será más fácil gracias a quienes la precedieron.