Carmen Mayordomo (1970) nació en Cantabria, pero acumula ya treinta años en Madrid. Actriz principalmente de teatro, aunque no renuncia a papeles en el audiovisual, esta mujer llega el sábado al Teatro Principal de Zamora (20.30 horas) como una de las tres protagonistas de Amadora, una obra estrechamente vinculada al 8 de marzo y que combina la música con la interpretación. Un formato difícil de explicar, pero atractivo de ver, según una de las tres caras de su rostro esencial.
– La obra que van a representar el sábado en Zamora está muy vinculada al Día de la Mujer. ¿Pero quién o qué es Amadora?
– Es verdad que es una obra como muy perfecta para el 8 de marzo, ¿no? A mí me gusta decir que Amadora es un homenaje a nuestras madres, pero realmente también se trata de una reivindicación a toda esa generación de mujeres que dejaron sus trabajos y sus sueños. Sí me gustaría decir que no es un espectáculo solo para mujeres, ojo, que allá donde vamos luego te vienen los hombres muy emocionados y muy tocados por lo que han visto y por lo que han reconocido. Y Amadora es una propuesta teatral que María Velasco ha pensado a tres voces, porque somos tres actrices: Celia Bermejo, Carmen Mayordomo y Socorro Anadón. Eso más Tulsa, más la música.
– ¿Hablamos de varias generaciones de mujeres que sacrificaron su vida en pos del bienestar de quienes las rodeaban?
– Sí, es verdad que aquí entra mucha generación. Hay un instante de la obra que a mí me hace mucha gracia en el que mi compañera Celia Bermejo dice: «hubo un momento en el que me convertí en chamana, en personal shopper, cocinaba, era la documentalista de álbumes de familia, la fontanera…». Vamos, que estas mujeres hicieron de todo en casa.
– ¿Cree que aún falta reivindicar, a nivel social, el papel de esas mujeres?
– Yo creo que sí, falta mucho reconocimiento. Por eso te digo que me sorprende mucho el público cuando termina de ver la función y dice: joder, cómo me he acordado de mi madre o de mi abuela. Afortunadamente, es verdad que hemos avanzado un montón, pero el 8M sigue siendo muy necesario. También quiero decir que esta es una propuesta teatral muy luminosa. A veces es difícil de explicar, pero hablamos de una creación de Miren Iza y de María Velasco, que son dos premios nacionales. El caso es que la gente no va a ver un musical, pero tampoco un concierto. Es una propuesta que se han inventado ellas dos y que han escrito alalimón. Vamos a ver cómo esas señoras también se saben amotinar y se liberan de alguna manera.
– Esas señoras que son tres actrices, pero que podrían ser la misma. ¿Cómo encaja como intérprete ese reparto de roles?
– A mí cuando me llegó el texto de María, que todavía no habíamos hecho ni la lectura ni nada, es verdad que lo leí como de corrido y a una sola voz. Luego, se nos fue repartiendo en diferentes Amadoras, concretamente en tres actrices, y es verdad que las tres somos muy diferentes. Han salido Amadoras muy distintas, pero muy reconocibles en el mundo real. En realidad, no fue complicado a la hora de abordarlo. Hay muchas frases en las que yo me reconozco y reconozco a mi madre. Entonces, era relativamente sencillo identificarse con eso y darle tu impronta.
– ¿Cómo es la relación con la parte musical?
– Todos los textos están absolutamente relacionados con las letras de las canciones que se cantan. No es que sea texto-canción, porque hay muchos temas donde hay acciones escénicas. Igual nosotras no decimos nada, pero sí que estamos interactuando y hay coreografías. Es un formato un poco especial, porque no es un musical, pero sí que hay una implicación muy directa entre la música y el texto.
– En el momento actual, existe una ola reaccionaria a través de las redes que habla en tono despectivo de cierto tipo de mujeres que podrían encajar con lo que narra Amadora. ¿Hasta qué punto cree que estas obras pueden ayudar a eliminar o, al menos, a arrinconar esos mensajes?
– Amadora es una obra feminista por lo que reivindica, pero insisto en que no es una propuesta que solamente tengan que ver las mujeres. Y esta reacción de la que me hablas es verdad, pero ya no solo con el feminismo, con muchas cosas. Sobre todo me sorprende porque afecta a gente muy joven. Eso es lo que a mí, de verdad, me deja ojiplática. No sé cuál es la solución. Desde luego, el teatro es un espacio de libertad y un lugar donde abrir los ojos y la cabeza. Aquí no se va a aleccionar a nadie, ni a comer el coco, ni a manipular, ni nada. Ahí está el espectador para hacerse preguntas y para llegar hasta donde llegue. Por eso reivindico que la gente vaya al teatro, pero es verdad que ese reaccionarismo que hay ahora me preocupa y me deja un poco atónita, la verdad.
– ¿Siente que, a los profesionales del teatro les están señalando más de la cuenta con este tipo de discursos?
– Se nos señala, pero desde esta gente de extrema derecha que yo creo que es muy corta de vista, sinceramente. Porque el teatro no puede estar más lejos de la manipulación. Es un sitio donde se va a pensar, a ver cosas, también a divertirse, ojo, pero es un espacio que te abre la cabeza, como la lectura. Si algo te molesta, pues igual tienes que mirártelo.
– Tras la obra de este sábado, tendrán también la ocasión de debatir con el público en El Tercer Tiempo. ¿Le parece enriquecedora esta posibilidad de conectar con la gente después del teatro?
– A mí me parece maravilloso. Además, cada vez lo hacemos en más teatros. La última vez, en el Central de Sevilla. Creo que es muy enriquecedora la posibilidad de que la gente nos cuente sus experiencias, nos diga cómo se acordaba de su madre y nos hable de las cosas que hacía. Además, normalmente participamos todos, tanto las tres actrices como los músicos. Si hay algo que no han entendido, o que no les ha gustado, también tienen la posibilidad de decirlo. Incluso, hay formas de ver las cosas que te abren y que tú no habías pensado antes.