Desde que era un crío, a Manuel Poves le ha interesado fotografiar lo que ve: «Saco lo que me gusta, lo que me llama la atención», aclara este murciano, que vino a Zamora para dar clases de esta disciplina en 1992, y que ahora apura sus años de docencia sin dejar de observar y pensar en composiciones: «A veces, digo así de broma que son cosas que me miran», apunta el interesado, que ha ido acumulando escenas y detalles de toda índole.
Entre las fotos que Poves guarda, existen multitud de detalles vinculados al comercio zamorano: un letrero, una reja, una persiana, una parte de la decoración y hasta un interior llamativo. Incluso, algunas fachadas. El profesor acabó por ver que el conjunto que había acumulado tenía potencial de exposición, así que contactó con el Museo Etnográfico y consiguió trasladar esa mirada al espacio rampa de la instalación. La muestra se abre este jueves 6 de marzo.

48 horas antes de la inauguración, Poves acude al museo para perfilar los últimos detalles. La exposición no es solo un compendio de 42 fotos vinculadas al comercio de Zamora, también funciona como despedida. El docente se jubila, y su idea es regresar a Murcia. Pero antes queda exhibir un legado que abarca fotografías desde el año 2011 hasta febrero de 2025.
El profesor recorre la muestra a medio montar para poner algunos ejemplos y señala «el envejecimiento de una persiana» en un local antiguo, «el beso» que se dan dos partes de una reja o el reflejo de un foco sobre una pared: «Son cosas que me llaman la atención, que tienen una composición que me estimula, que me gustan por algo», remarca el autor de las fotografías.
Incluso, hay cabida para la humano; lógicamente, para lo nostálgico. Quien acuda encontrará fotografías de la sombrerería de Lucio Astudillo. «Hablé en su día con la dueña porque el comercio llamaba la atención claramente», indica Poves, que incide igualmente en los rótulos que se van perdiendo, en las fachadas que cambian, o en las imágenes que él pudo captar y que ahora son fotos imposibles.
Por ahí aparecen la entrada de los cines Barrueco antes de las obras o las dependencias de la harinera. Incluso, alguna imagen captada en partes de la provincia como Tábara, Toro o Vezdemarbán. Todo va con un título al pie que sirve como explicación. A veces, más poético; otras, un poco más descriptivo. «De la zona que más fotos hay es de la esquina de San Pablo con Cortinas de San Miguel, tengo como siete», incide Poves. A veces, hay calles que inspiran de forma inopinada.
El profesor alude también a las dificultades para hacer ciertas fotos. Para alguna, tuvo que usar una escalera con la intención de captar la imagen de frente; y, para otra, tuvo que armarse de paciencia hasta que vio la zona baja de la Amargura sin coches. De hecho, aprovechó la retirada de vehículos por un acto de la Guardia Civil para plantarse allí con su cámara. En la muestra, hay una mezcla de improvisación y de planificación; de afición y de método.
El blanco y negro
El eje común son, eso sí, los comercios y la industria de la zona. También, el uso del blanco y negro: «Yo me he criado fotográficamente así. Y también me gusta lo que supone mostrar todo menos el color. Eso te da unas líneas y unos volúmenes diferentes. Además, hay imágenes que, con el color, no te dirían nada», argumenta Poves, que llega al final del recorrido aún por perfilar y que es consciente de que también está cerca de cerrar una etapa en Zamora.
Lejos queda aquel día de octubre del 92 en el que, tras quedarse sin trabajo en Murcia, contactó con la dirección provincial de Zamora y se plantó al día siguiente en la ciudad. «Este es el último año que voy a estar en la docencia», confirma Poves, que concede que le apetecía dejar su sello en una exposición como esta antes de marcharse. «Son muchos años», constata el profesor, antes de situarse ante sus fotos y frente a la cámara de uno de esos alumnos a los que enseñó.