«Además de hacer las cosas, hay que mostrarlas». La decisión de la Comandancia de la Guardia Civil de Zamora de hacer ya definitiva la reducción del horario de atención al público de veinte de los 24 cuarteles de la provincia de Zamora deja en los pueblos la sensación de que «poco a poco, vamos caminando hacia el cierre» de los acuertalamientos. Y es que, aunque las fuentes oficiales digan que no, en el entorno rural de Zamora llueve sobre mojado. También les dijeron que no se iban a cerrar centros de salud cuando el médico empezó a dejar de ir, y les dijeron que no se iban a suprimir líneas de transporte cuando el bus dejó de pasar tres veces al día para pasar solo una vez. «Este cuento», resume Jesús Vara, alcalde de Venialbo, «ya nos lo han contado».
Vara es precisamente uno de los alcaldes cuyos pueblos resultan afectados por la medida que ha puesto sobre la mesa la Comandancia. Con todo, asegura que en su pueblo y en los del entorno sí se ve más presencia de la Benemérita en las últimas semanas, aunque atribuye la situación «al aumento de los robos que estamos viviendo en la zona» y no al cierre del cuartel. «La sensación general es que el cuartel va a acabar cerrándose», explica Vara, «por una cuestión de evolución del personal. Aquí antes había ocho guardias, ahora quedan tres, uno de ellos un sargento. Cuando se vaya otro quedarán dos, y luego quedará uno. Y entonces dirán que un cuartel para un cabo… que es mejor cerrarlo. Esto ya sabemos como va», resume.
Con todo, lo que el alcalde de Venialbo percibe no es tanto un cambio en la atención generado por la reducción del horario en el cuartel como una falta generalizada de guardias civiles patrullando los pueblos. «Se nota que hay menos patrullas de las que había hace unos años, y eso sí que es fundamental. Que haya o no haya un guardia en la puerta del cuartel para atender a la gente es lo de menos. Lo fundamental es que, cuando pasa algo, hay pocos efectivos y tardan más en venir». Pese a todo, Jesús Vara se da por conforme en comparación con otras comarcas, porque asegura que «hay pueblos cercanos con guardias, como Toro, y a unas malas se tarda poco en llegar desde Zamora. Peor lo tienen en otros pueblos, como en Sanabria», apunta.
En la Alta Sanabria, concretamente en Lubián, es alcalde Felipe Lubián. Pragmático, asegura no haber notado diferencias en el funcionamiento y en el servicio de la Guardia Civil en los cuatro meses que ha durado la prueba piloto de reducción de los horarios de atención. «Nadie me ha hecho ningún comentario, ni para bien ni para mal», resume Lubián. La sensación en el pueblo, explica el alcalde, es que las patrullas no han aumentado ni tampoco han disminuido. «Aquí hay nueve guardias civiles de una plantilla total de diez, la atención no ha cambiado. Cuando se les llama vienen, y tardan lo mismo ahora que tardaban antes». Como antes hacía Vara, Lubián se refiere más a la situación general del Cuerpo que a las consecuencias del proyecto introducido por la Comandancia. «Se nota que la situación ha cambiado de unos años hacía aquí», resume.

Más crítico se muestra José Manuel Pilo, alcalde de Fermoselle. «Nos dicen que la reducción de la asistencia en los cuarteles se traduce en que va a haber más patrullas en las calles, pero la realidad es que no se nota que las haya». Lo que se percibe en la localidad de los Arribes es, dice su alcalde, «que se ha perdido un servicio a cambio de nada», porque «más patrullas no se ven».
El alcalde de Fermoselle insiste además en intentar dar una nueva vida a los cuarteles que la Guardia Civil tiene por la provincia. El de Fermoselle es quizás el ejemplo más sangrante de una infraestructura infrautilizada porque solo una de las 24 viviendas de las que dispone está ocupada. «Están anunciando una inversión para construir viviendas en los pueblos cuando hay pueblos, como sucede aquí, que tienen viviendas vacías que no nos dejan utilizar» para la gente que las necesita. «Aquí necesitamos vivienda, está viniendo gente de Latinoamérica y necesitan casas para quedarse», resume Pilo.
Los datos
Los datos que pone sobre la mesa la Comandancia es que la reducción del horario de atención al público se ha traducido en trescientas patrullas más por los pueblos de la provincia. La estadística entiende una patrulla como la pareja de guardias civiles que realiza un turno de trabajo. En la práctica, los datos dicen que, en cada uno de los tres turnos de trabajo en los que el Cuerpo desempeña su función (mañana, tarde y noche) ha habido una patrulla más en las calles. Una para toda la provincia.
Hay más guardias en las calles, defienden los responsables del Cuerpo, pero la realidad es que la diferencia es imperceptible. Eso por no hablar de lo que sucede en invierno, con pueblos semi vacíos y prácticamente todos los vecinos en sus casas a media tarde. «Podemos pasar por un pueblo en enero a las nueve de la noche que no nos va a ver nadie», resumía Héctor David Pulido, teniente coronel de la Comandancia.