– Yo voté a Fraga y su AP, voté a Piñar, Rajoy y Aznar. Yo, PP. Tú, PC. Ya todo cambió… Ya todo cambió… Ahora te voto Guarido, Guarido… (leer con la música de la canción Amante Bandido, de Miguel Bosé)
Es febrero del año 2020. Un virus se aproxima, pero nadie dimensiona aún el impacto que va a tener en las vidas de la gente, así que el Carnaval se celebra con normalidad. También en Zamora. De hecho, la letra que se puede leer en el arranque de este reportaje corresponde a la Murga Callejera de la ciudad. En concreto, a ese grupo caracterizado como Las Cucas, unas señoras de bien que se han subido a la ola del alcalde de Izquierda Unida.
Para contextualizar, conviene señalar que, apenas unos meses antes, Guarido había logrado la mayoría absoluta en las elecciones de 2019. Por ahí va el cántico satírico de un grupo que, en los últimos diez años, ha tratado todo tipo de asuntos de la actualidad política del país y de la ciudad. Incluso, aunque tuvieran que sujetar en solitario esta pata del Carnaval; aunque nadie más saliera a las calles como ellos. Durante mucho tiempo, la Murga Callejera de Zamora sujetó la bandera. Ahora, la historia es diferente.
De hecho, durante el sábado y el domingo, nueve grupos se subirán a las tablas del Teatro Principal para el concurso de murgas del Carnaval de la ciudad. Otras dos, la ya citada y otra llamada Los Salvajamones, no participarán en el certamen, pero sí recorrerán las calles a partir de este fin de semana y, sobre todo, entre el 28 de febrero y el 4 de marzo, los días grandes. En total, once conjuntos se han implicado en los ensayos, la búsqueda de los trajes, o la redacción y aprendizaje de las canciones y los romances. Algo se mueve otra vez.

En el caso de la Murga Callejera de Zamora, tras Los Camarradas, los Sí se Puede, las trabajadoras de la limpieza del Ayuntamiento, los rectores de Universidad, las ya mencionadas Cucas o Los Conspiranoicos del año pasado, esta vez toca caracterizarse de conos. Sí, de conos de obra que abandonan las obras de humanización para colarse en la zona centro. Este viernes, comenzaron en Los Herreros. Como ya es casi costumbre, en este llamado «Carnaval del Almendro» previo a los días grandes.
Al grupo, estas primeras salidas le sirven «para calentar, para ensayar», aunque el proceso no empieza precisamente la semana antes. El conjunto se pasa «todo el año» dándole vueltas a posibles ideas y, ya desde Navidad, queda para ensayar. En esta edición de 2025, sus miembros han sacado adelante seis canciones de más de dos minutos más otras diez coplillas. Casi media hora de repertorio.
Si quiere encontrarlos, solo tiene que pasear por los barrios durante los próximos días y guiarse por el sonido de la música, aunque para ver a todos los grupos juntos y ordenados, lo mejor es entrar al concurso de murgas de la ciudad. Allí estará este año, tras un largo paréntesis de ausencia, Tina Domínguez, que no solo es la presidenta del barrio de Pantoja, también acumula un amplio bagaje como carnavalera.
La chispa para ella se prendió en Las Palmas de Gran Canaria. Allí estuvo cuatro años. «Empezamos cuando volví, hace tres décadas, pero aquí en Zamora no había mucha sensación de Carnaval», admite Domínguez, que recuerda que su grupo se llamaba Denominación de Origen y que salía junto a otro llamado Los Lazarinos. Según ella misma indica, su insistencia fue importante para impulsar la participación de los barrios en la fiesta y para promover la celebración del desfile que se mantiene el domingo y el martes.
«Después, empezamos a preguntar por qué no se hacía en el teatro», recuerda Domínguez, que apunta que, por aquellas, el Ayuntamiento le daba 50.000 pesetas (300 euros) a cada barrio para que saliera en Carnaval. Esta mujer, que no solo vivió en Las Palmas, sino que además es de la parte de Toro, llegó a estar 16 años consecutivos saliendo, pero acabó por dejarlo «por problemas personales de unos y de otros». «Nos enfriamos»; admite.
Pero el gusanillo regresó el año pasado. Alguien les fue pinchando para animarse y, al final, el grupo salió a la calle con los trajes. En 2025, ya han decidido meterse al certamen del Principal. «Somos muchos de Pantoja, pero no todos. En total, 18 adultos más tres niños», destaca Tina Domínguez, que reconoce que la tendencia que tuvo el Carnaval años atrás le generaba «mucha pena», pero que ahora ve otro aire. Por eso, ha ido motivada a ensayar algunas horas durante los dos últimos meses. Ahora, a las puertas de la cita del Principal, sus compañeros y ella están haciendo un esfuerzo extra.
También hace treinta años andaba rondando por el Carnaval de Zamora Alejandro López. Concretamente, como parte de una murga que se llamaba Las Comadres. Pero hacía tiempo que su afición por esta fiesta había viajado al sur: «Tengo familia en Cádiz y voy desde los diez o doce años», concede este vecino que, hace unos meses, acudió a un taller organizado por Víctor López e impartido por un romancero precisamente gaditano. «Como este año iba a estar aquí…», desliza López. Pues dio el paso adelante. En su caso, en solitario.
«El romancero es una actuación individual, al estilo de las coplillas de los ciegos», explica el zamorano, que apunta que se trata de una puesta en escena de tono humorístico y trasfondo crítico, «que se hace en verso y que se representa». Con esa propuesta se subirá a las tablas del Principal: «Conozco bien el teatro, he estado muchas veces», aclara López. Eso sí, como parte de un conjunto. Esta vez, solo estará él.
Para prepararlo, el protagonista de la actuación sostiene que «el formato es relativamente sencillo». En primer lugar, porque carece de composición musical y porque presenta unas fórmulas «muy flexibles». «Te va viniendo la inspiración en el coche o en el trabajo. Quizá, lo más complicado es idear un personaje sobre el que montar la historia», asevera Alejandro López. Este fin de semana, se situará sobre las tablas en pases de entre doce y catorce minutos.
La presencia de personas como Tina y sus compañeros, o de actuaciones individuales como la de Alejandro dan forma al «mejor momento en cuestión de murgas» para la ciudad, según estima el concejal de Promoción Económica, David Gago, que se implica en primera persona en la fiesta. El edil remarca que, aunque ha habido años duros, esta no es una fiesta «ajena a la tierra», sino que existe tradición y antecedentes. Al final, con los romances o las coplas, no deja de tratarse de «una persona contando una historia».

Desde la II República
Además, Gago hace un pequeño repaso histórico para aclarar que, ya en la República, se tiene constancia de la existencia de murgas que salían por la ciudad. De hecho, hasta se conserva «alguna letrilla» de la gente que arrancó con esto por aquel entonces. Lo que ocurre es que la Guerra Civil primero y la dictadura después «lo tapan todo».
En Zamora, el asunto volvió a moverse de verdad en los 80, con personas como Tina Domínguez o Alejandro López, que trajeron las influencias de Canarias o de Cádiz. Gago cita a Las Comadres, Los Lazarinos, Las Monjas del Convento Fresco, La Bartola, Colados y a tantos otros que pusieron las bases para construir hoy. Aunque haya habido tiempos de obra parada. Eso quedó atrás. En este Carnaval 2025, se vienen muchas bromas, decenas de trajes y alusiones con mucho humor. También, con un poco de maldad. Es parte del chiste.