– «A ver si por lo menos sale para una partida».
A primera hora de la mañana el ambiente no hacía prever mucha movilización en Monfarracinos. La gasolinera de la entrada del pueblo, punto de encuentro para los tractores de Tierra del Pan, tenía a esa hora más policías que manifestantes, y no es un decir. Tres vehículos de la Guardia Civil, más dos que cogieron el camino a Zamora y uno más de la Policía Nacional para la friolera de cinco tractores. «Tocamos a más de uno», apuntaba un agricultor con cierta sorna, sabedor ya de que la jornada de movilización de hoy no iba a parecerse a las del año pasado.
El panorama ha mejorado algo cuando los agricultores de Monfarracinos se ponían en contacto con los que aguardaban para salir en dirección a Zamora desde el aparcamiento junto a la Guardia Civil de Toro. Ahí se han dado cita alrededor de viente tractores, a los que hay que sumar dos o tres más que se han unido a la comitiva al paso por Fresno de la Ribera. Son estos los que han producido el impacto más destacable de la jornada en su tránsito hasta la capital por la N-122, a marcha lenta, que ha provocado retenciones y ha obligado a los conductores a tomar recorridos alternativos.

Un panorama similar se ha registrado en la CL-605, la carretera de Fuentesaúco, con los alrededor de quince tractores que han emprendido el camino a la capital desde La Guareña. Tractorada a la que se han unido antes de entrar a Zamora los pocos tractores referidos antes procedentes desde Monfarracinos. Los agricultores de Aliste y los de Benavente (unas pocas unidades también en este último caso) se han quedado en sus respectivas zonas.
Sea como fuere, la protesta ha quedado hoy muy diluida. Nada que ver con las del año pasado, principalmente porque la Guardia Civil y la Policía Municipal de Zamora han impedido el tránsito de los tractores por las travesías de la ciudad, ya de por sí un caos circulatorio por las obras de humanización y que se hubieran convertido en «carreteras impracticables» de haber llegado los tractores, en palabras de un agente de la Municipal. La idea de los tractoristas que llegaban desde Toro era, de hecho, entrar a Zamora por la avenida de Requejo y llegar hasta el centro de la ciudad. En lugar de eso han sido conducidos, sin apenas influencia para el tráfico, por la carretera de la Aldehuela y posteriormente han seguido por la carretera en dirección Morales del Vino para desviarse en el aparcamiento del Ruta de la Plata, donde ha concluido la protesta. La incidencia en la vida diaria de la ciudad ha sido en esta ocasión nula.
La sensación en el sector, nadie la escondía, es de cierta desazón. No se podía esperar una tractorada como las del 2024, pero tanto la asistencia como el propio recorrido de los vehículos durante la jornada de este lunes ha hecho que la protesta haya quedado muy diluida. «Aquí no molestamos a nadie», lamentaba un agricultor de Argujillo al bajarse del tractor en los aparcamientos del estadio del Zamora CF. «Esto que hemos hecho es gastar gasoil», decía otro. En total, unos sesenta tractores, siendo generosos, son los que han llegado a Zamora.
Sin próximos movimientos decididos
Los agricultores que apuestan por las movilizaciones se encuentran ahora en compás de espera. Por un lado, están convencidos de que su situación no ha mejorado (si acaso ha empeorado) desde que se produjeran las protestas del año pasado, pero la escasa movilización de la primera jornada no invita precisamente a repetir las convocatorias. «O estamos todos unidos o no hacemos nada», decía Julio, un agricultor de Montamarta.

El sector incide en que los precios a los que se venden los productos «son ahora los mismos que hace cuarenta años» y que los insumos no han parado de subir en los últimos ejercicios, también desde que se produjeran las protestas de enero y febrero del año pasado. «Entonces nos movilizamos de verdad pero no conseguimos nada. Se ha aplazado el cuaderno digital, que entrará en vigor en 2026, y hay algún aplazamiento más, pero lo fundamental sigue ahí, y es que no podemos vender nuestros productos a unos precios dignos», lamenta Emilio Lorenzo, agricultor de Tierra del Pan. «Así no podemos seguir», concluye.