Si no fuera por el sol, no habría quien parase en las calles de Ufones el viernes de San Antón. De hecho, en las zonas sombrías, aún pasadas las cuatro de la tarde, se pueden apreciar los restos de una helada que no se marcha, que persiste como algunos de los problemas que afectan a este rincón de Aliste. Algunos de esos males están más que mascados, asumidos del todo; contra otros, queda rebeldía. Entre el grupo de los segundos está lo del teléfono, que sigue soliviantando a los que quedan por aquí: 26 en invierno.
El dato exacto de la población lo da Jesús Nogueira, que aparece sentado en un poyo al pie de una casa de piedra. El frío le obliga a llevar varias capas; el sol, a mantener la gorra; y las preguntas sobre la cobertura, a exhibir el enfado. El vecino saca el teléfono móvil y muestra el mensaje que aparece en la pantalla: «Sin servicio. La red seleccionada (Movistar 4G) no está disponible». En Ufones, esto es lo cotidiano. En el municipio de Rabanales, en general, se trata de un problema enquistado.
«Aquí no hay forma, no hay cobertura ninguna. Te tienes que subir al alto o bajarte al arroyo, pero en el pueblo no hay nada», explica Jesús, a quien pronto se le une otro vecino, Pedro del Prado. Los dos comparten el mismo asiento, cada uno en una punta, y también van unidos en el cabreo. En general, en Rabanales, al ayuntamiento que pertenece Ufones, entienden que tienen razones para la queja. Por todos lados «hay cortes constantes» desde hace un buen puñado de semanas.
De hecho, ya hace días que el alcalde, Santiago Moral, hizo pública una denuncia que también era un lamento. «Es un mes donde las llamadas no llegan, en el que los mensajes tardan y, lo peor de todo, en el que hay gente mayor desamparada», indicó el regidor el pasado 9 de enero. Ha habido contactos con la compañía, con la Subdelegación y hasta con el Teléfono de Atención al Usuario de Telecomunicaciones del Ministerio. También se ha publicado un bando para animar a los vecinos a presentar quejas. Es la reacción al hartazgo.
En una conversación con este medio, ya el viernes, Moral aclara que la problemática principal se encuentra en Ufones. «Ahí no hay nada, cero, es una zona sombría», relata el alcalde, que compara la situación de la localidad con la de Bermillo de Alba, también sin cobertura casi en cada esquina. En los demás lugares, lo que ocurre es que se producen cortes recurrentes. Pueden ser de diez minutos o de un par de horas, por la mañana o por la noche, pero siempre son entre incómodos y peligrosos.
«Lo que pasa es que las antenas están oxidadas y abandonadas. Antes, no era tan relevante porque casi todo el mundo tenía fijo, pero desde octubre, con la llegada de la fibra, ya no es así», asegura Moral. Con la eliminación del cobre, mucha gente mayor que no precisaba de Internet ni de un extra de televisión, decidió quedarse con un teléfono móvil básico, para llamar y recibir llamadas. Por precio y por comodidad. «Y ahora están indefensos», según el alcalde.
El mandatario municipal desliza lo que puede suceder si alguien tiene un incidente en casa y carece de un familiar que le atienda o de cobertura para alertar: «Hay dispositivos de ayuda domótica en casa que van con esa red», insiste el mandatario de Rabanales, que lamenta que, las veces que ha ido un técnico a comprobar «in situ» la situación, se ha encontrado con que la línea funcionaba. Salvo en Ufones, claro. Ahí no va nunca.
El hecho de que la cobertura vaya y venga dificulta que las reclamaciones prosperen, según el alcalde, que incide en que toda esta situación es «reiterativa», que ocurre más años y que se ha trasladado también al Procurador del Común: «A la jefa de Telecomunicaciones y a la Subdelegación, habremos mandado centenares de incidencias», añade el responsable de Rabanales, que además de la cabecera municipal y de Ufones también es el mandatario de Fradellos, Grisuela, Matellanes y Mellanes.
Lo que quiere Moral es que alguien venga, haga una auditoria y encauce una solución que evite los habituales parcheos. A lo que aspiran algunos vecinos de su pueblo, hartos de la película, es a que alguien tumbe o queme la antena. Así lo señalan durante la breve conversación que mantienen sobre el asunto en un bar de Rabanales. Sus palabras expresan bien la calentura de la gente. Algunos ya hace rato que perdieron la esperanza de que les hicieran caso por los cauces formales. Les quedan la resignación y la rabia.
En el propio negocio, cuyos responsables también tienen una carnicería, la mujer que está detrás de la barra cita algunos problemas para los negocios. En determinados oficios, si el teléfono está apagado o fuera de cobertura, las llamadas para ir a la tarea no llegan. Y puede que el cliente llame a otro. En el caso particular de la carne, en época de matanza, ha habido problemas para gestionar los pedidos cuando la red se quedaba perdida en esas horas de limbo en las que acostumbra a acomodarse de vez en cuando.
Problemas con la tele
De vuelta a Ufones, Jesús Nogueira despacha el asunto con el clásico «es lo que hay» mientras se fuma un purito y recuerda que, por el tema de la cobertura, cuando el pueblo acoge su famosa marcha BTT, la ambulancia se tiene que colocar en el alto, porque desde otro sitio no le llegarían las llamadas. A su lado, Pedro asiente y asevera que la tele tampoco es que funcione demasiado bien. Y peor desde los incendios de la Sierra de la Culebra. No es el único que comenta que la imagen se distorsiona más desde los fuegos de 2022.
«Ahora ya ni La 1 se ve bien del todo», concede Jesús, que no pudo terminar de ver bien la prórroga del Real Madrid – Celta de Copa del Rey que se emitió en abierto por el canal de Televisión Española el día anterior. Al final, entre los cortes y el poco fútbol que se puede ver gratis, al vecino le va a compensar volver al vídeo y ponerse partidos de la Quinta del Buitre. Eso, si no empieza a haber también cortes de luz.