Suelen ser los propios alcaldes los que dicen que su trabajo no está pagado. Los que se encuentran en ese momento en el cargo lo apuntan a veces con la boca pequeña; los que ya son ex lo proclaman sin rubor. Las horas invertidas, los disgustos, las riñas, las batallas ingratas y hasta las broncas familiares forman parte del día a día de unos mandatarios municipales que suelen entrar por voluntad propia y salir por hartazgo. Por el propio o por el de los demás.
En 2023, se produjo el último relevo en los ayuntamientos, y precisamente de ese ejercicio son los datos que ha publicado en los últimos días la Secretaría de Estado de Función Pública sobre las retribuciones de los alcaldes. Eso quiere decir, como aparece aclarado en el mapa de abajo, que la mitad de los ingresos corresponde a quien mandó hasta junio y el otro 50%, a quien tomó el bastón de ahí en adelante.
En algunos casos, los ayuntamientos ni siquiera se molestaron en enviar los datos; en otros, la cantidad es cero; en varios más, simbólica. Dentro de estos últimos se incluyen las llamadas dietas, que pueden ser por viajes, por asistencia a Pleno o por cualquier otro asunto derivado del ejercicio de su cargo. Ahí pueden aparecer los 3.765 euros ingresados por el mandatario de Santa Eufemia del Barco o los 150 que se embolsó el de Monfarracinos.
Ya a partir de ahí aparecen los alcaldes con dedicación parcial. Algunos se incorporaron a ese estatus en junio del 23; otros lo dejaron en la misma fecha; algunos más mantuvieron esos ingresos por horas durante todo el curso. Ahí está el caso de Roales, con aumento incluido, hasta los 22.630 al año; o el de Hermisende, con unos 6.500, pero una retribución anual de 30 euros por vecino.
Ya en lo tocante a la dedicación completa, la Alcaldía de Benavente fue la que más dinero se llevó, con 46.818,10 en 2023. Por detrás aparecen Zamora (38.443,44); o Morales del Vino (32.973,14). Toro no facilitó los datos.