En plena travesía de Sarracín, apostado a un lado de la carretera, José Antonio Ríos observa el panorama sentado sobre una piedra, con la cacha en la mano y pertrechado con ropa de abrigo y con una boina. Al raso se está como mucho regular en la mañana de Año Nuevo que le ha tocado en suerte a Aliste en este 2025. La presencia de este octogenario en la posición descrita responde a una costumbre, a un rito que en su día ayudó a recuperar y hasta protagonizó, y que ahora mira desde la barrera, entre la nostalgia y el orgullo.
Y es que José Antonio fue uno de los hombres que, allá por los ochenta, ya entrado en su edad adulta, ayudó a recuperar la mascarada de Los Diablos en el pueblo. En aquellas, el olvido se había convertido en un enemigo a las puertas, pero las gentes de Sarracín se plantaron: «Cuando participé aquel año, ya llevaba diez o doce de casado», apunta el alistano, que recuerda que, por entonces, fueron las personas de su edad las que se implicaron.
Ahora, el asunto ha cambiado un poco. Los doce personajes siguen saliendo a la calle, van por cada casa abierta, felicitan a los vecinos con la fórmula «y de hoy en un año», y piden el aguinaldo. Lo esencial no cambia. José Antonio deja entrever que hay alguna cosilla que no es exactamente como antaño, pero pone la benevolencia por delante de la crítica: «Lo importante es seguir haciéndolo», advierte el vecino, que asevera que «da gusto pasar un día como el de hoy».
Por el asiento de José Antonio van apareciendo los diablos, el ciego y el molacillo, y la madama y el galán. Todos van cumpliendo con la liturgia desde primera hora de la mañana. Por las calles de Sarracín, las gentes animan, aconsejan, orientan, se implican. Se visten los muchachos y las muchachas, pero todos se sienten parte de una tradición que aguantan con orgullo.
El legado
Las coplas, las luchas y las peleas forman parte también de un ritual que, en este 2025, se topó con la helada interminable, pero también contó con la voluntad de una generación nacida ya unos cuantos años después de que José Antonio y ya suya devolvieran a Los Diablos a la escena. Algo habrán hecho bien los veteranos para que el legado siga vivo. La tarea de los jóvenes permitirá que la cadena no se rompa. Así ha sido desde antiguo.