Ante la visita inesperada, Juana Pozo coge la llave, abre el local y conduce a los periodistas por las escaleras hasta la obra artística. La creación impacta por el tamaño y por la estructura, y los datos ya conocidos apuntalan la sensación: son más de 500 piezas para un montaje de 30 metros cuadrados. Todo, bajo el paraguas de la idea escenográfica hilvanada por Iván Vega y como resultado del trabajo paciente realizado durante meses entre poco más de una docena de mujeres, entre ellas la guía en este recorrido. Lo que se abre a la vista es un belén, y está en Castronuevo de los Arcos, una localidad de unos 200 vecinos.
Para resumir un poco la estructura, antes de ir a la intrahistoria de la gestación de este belén, basta con explicar que todo se ha hecho en tejidos y croché. Cada pieza, a mano. El montaje está inspirado en la antigua Galilea, con las construcciones típicas de la época, y contiene escenas del Nacimiento mezcladas con otras que tuvieron lugar antes y después. Desde la huida de Egipto a la Anunciación. Si uno se fija en el detalle, tarda un rato en recorrer la estancia superior del Ayuntamiento de Castronuevo, donde se ubica la creación.
En una visita algo más rápida, Juana Pozo apunta que todo empezó el año anterior, con el montaje de un árbol de Navidad. Con esa mecha se prendió el belén para 2024. Todo, bajo la dirección de Iván, claro. El teniente de alcalde también es belenista y ha sido la persona encargada de coordinar las acciones ejecutadas luego por las mujeres. La que guía este paseo por el belén se detiene en algunos detalles: en las piezas de tela más pequeñas, en el trabajo con las ovejas, en los personajes que saltan a la comba o en la ristra de ajos que cuelga de una pared.
Aquí, cada esquina tiene un detalle. Y del cuerpo les ha salido: «Empezamos a hacer esto después de Semana Santa. En verano paramos un poco, y luego retomamos en septiembre», indica Juana, que sigue con el repaso: «Ahí hay gallinas y pollitos, esto sería como una bodega, aquí hemos hecho zanahorias, allí barras de pan…». La vecina se explica con orgullo desde la certeza de que lo que han hecho está gustando: «Viene gente de muchos sitios», afirma la tejedora, que advierte que la idea es ampliarlo para 2025, aunque quizá haya que buscar otro emplazamiento. Aquí cabe poco más.
Juana Pozo termina de dar la vuelta mientras señala un río o los personajes que juegan al dominó: «Para esto hay que echar muchas horas», recalca la mujer, que recuerda los ratos en el mismo salón donde se ubica ahora el belén o las tardes tejiendo en el local de la hermandad: «Por lo menos, te pasas el día y charlas», comenta la vecina de Castronuevo, que niega con la cabeza al ser preguntada por si esta actividad le llama la atención a algún hombre más allá del propio organizador: «En este pueblo, no tejen», resume.
Ahora bien, Juana desliza igualmente que «Iván manda mucho» en esto, así que la conversación con él es obligatoria, aunque sea vía telefónica en un día de diario en el que el belén no está abierto al público: «Queríamos tener las cosas arquitectónicamente bien dispuestas. Siempre pensé que, como contábamos con mucho tiempo, podíamos hacer un belén currado», replica el encargado de la organización y del montaje, que deja claro que «cada mujer se ha especializado en una cosa y eso ha permitido elevar mucho el tamaño».
En su caso, desde el primer momento tenía más o menos en mente qué quería hacer. Con los belenes, la inspiración le viene casi incorporada: «Me gusta desde que tenía ocho años o antes. En los montajes, se trata de trabajar mucho con la imaginación. Puede ser un poco friki, pero me viene de toda la vida y, con este, estamos teniendo mucho éxito», advierte Iván, que tardó aproximadamente quince días en darle forma a la estructura que ahora puede contemplar el público.
El representante de Castronuevo indica, además, que les fue pidiendo piezas a las voluntarias sin que ellas supieran muchas veces para qué eran: «Yo les decía: hacedme trozos de veinte centímetros de ganchillo. Y ya luego veían para que era. La idea era que apareciera todo tejido, que no hubiese un cambio brusco», argumenta Iván Vega, que hizo alguna prueba previa antes de terminar de rematar un proyecto que está trayendo cola. Literalmente. En ocasiones, hay que esperar para acceder al local.
Abierto hasta Reyes
«No hemos contabilizado las visitas, pero nosotros mismos vemos que esto está lleno todas las tardes que abrimos», celebra Iván, que concede que la prioridad en el proceso previo al montaje del belén era fomentar la unión y la capacidad para socializar de las vecinas: «No nos olvidemos de que esto al final es un pueblo», recuerda el teniente de alcalde, que profundiza en el orgullo que ahora sienten las participantes: «El resultado motiva».
El belén todavía se puede visitar en horario de 17.00 a 19.00 los días 29 de diciembre, y 1, 4, 5 y 6 de enero. Quienes vayan por allí también se encontrarán un estandarte con los colores de la bandera del pueblo y dedicado a las tejedoras. Es cosa de Iván. Antes de apagar las luces, Juana le da el mérito una vez más: «Tiene mucha imaginación».