Hace mucho frío, así que me pongo el gorro y la bufanda. Dice papá que estamos en Sanzoles. Lo conozco, es el pueblo de abuelo. Lo que más recuerdo es que este verano se escapó una vaquilla por entre la gente, se fue a una viña y yo me tuve que subir encima de un coche con mi hermana para estar a salvo. Entonces hacía calor, hoy hace mucho frío. Subimos por la plaza, preguntamos a un señor sobre una pintura que ha aparecido en una pared. El hombre explica que la pintaron hace dos semanas. Ya sé leer lo que pone: «El Zan-ga-rrón».
Caminamos cuesta arriba y se empieza a oír un ruido. Papá dice que son cencerros, no sé qué es eso. «Lo que llevan las ovejas en el cuello». Vale, entendido. Lejos aparece un montón de gente, casi todos son chicos. Papá me dice que tenga cuidado con los que corren y aprovecho para pedir que me suba a hombros para verlo mejor. Unos vienen tocando las castañuelas y otros cargados de cencerros. Este era el ruido de antes.
Uno viene disfrazado.
Me explican que es el zangarrón, que hay que tener cuidado. Me dicen que pega. Yo no me bajo de los hombros por si acaso hasta que acaba de pasar todo el jaleo. Viene un chico que nos dice que a él le ha pegado esta mañana. Menuda fiesta esta. Pasa el jaleo, bajamos por la calle por la que antes subíamos y llegamos otra vez a la plaza. Entra mucha gente a la iglesia pero nosotros nos quedamos fuera. Hay muchos niños.
El hombre disfrazado no para de dar vueltas a la plaza. Dicen que no puede entrar a misa, pero yo creo que se queda fuera porque es más divertido. No lleva camiseta debajo del disfraz, con el frío que hace. La gente le enseña dinero y corre detrás de ellos para cogerlo, debe ser muy importante el dinero. Un chico le enseñó un billete, se fueron corriendo fuera de la plaza y llegaron al rato abrazados los dos. Hay niños que también le dan dinero, pero a mí me da miedo acercarme.
La gente sale de la iglesia y empieza una procesión.
Otra vez están aquí los chicos que antes pasaron bailando. Nos ponemos de los primeros para ver bien lo que van a hacer. El zangarrón se da una vuelta por el corro pegando golpes al suelo y nos grita que nos apartemos, así que lo hacemos. Vaya manera de pedir las cosas, pienso, pero la gente se ríe y le dicen que así se hace. Los de las castañuelas bailan un buen rato y el vecino nos dice que uno de ellos será zangarrón el año que viene. Un chico coge una bandera muy grande y la baja y la sube tres veces. Tiene que pesar mucho, porque le ha costado lo suyo. Al final, todos aplauden y habla el cura, que le da las gracias al hombre disfrazado. Y eso que no ha entrado a misa.