No somos tan listos como nos creemos. A nivel individual quizás destaque alguno, pero como masa, no, para nada. No tenemos el tiempo ni las capacidades para entender cómo funciona el mundo. Pero no importa, porque este problema se solucionó hace muchos, muchísimos años y de una forma tan eficaz que a día de hoy sigue funcionando. Así surgieron los mitos.
Un mito es la forma bonita de presentar una mentira sencilla que sustituye a una verdad muy compleja. El mito de Adán y Eva explica cómo se crearon los seres humanos y por qué tenemos unas vidas de mierda; el mito de la resurrección y la vida eterna explica qué pasa cuando morimos y ofrece un sentido a las vidas de mierda que hemos vivido; y el mito de que quien está gordo es porque quiere explica la diversidad corporal y permite culpar a cada persona de forma individual de no ajustarse a la norma aplicada en el momento histórico que le haya tocado vivir y de no esforzarse lo suficiente.
La demostración más sencilla de que la frase “quien está gordo es porque quiere” es un mito pasa porque todas y cada una de las personas que estamos o hemos estado gordas en algún momento de nuestras vidas reconozcamos que hemos soñado con adelgazar. A todos los gordos que conoces les gustaría estar más delgados.
En un episodio publicado en 2023 de mi podcast ¿Puedo hablar!, mi compañero Enrique Aparicio reconocía que si inventasen algo que con solo tomártelo ya amanecieras delgado todos lo probaríamos, porque, repito, nadie desea estar gordo en nuestra sociedad.
Porque en nuestro sistema socioeconómico la delgadez es un símbolo de bienestar y éxito, y la gordura, por el contrario, de fracaso y descuido. En otras culturas esto ocurre justo del revés, se valora la gordura, lo cual no es sino otra prueba más de que estamos hablando de mitología y constructos sociales y no de ciencia y salud.
Adelgazar por arte de magia. ¡Qué importante papel juega la magia en el mito! Es un elemento crucial para que el relato funcione porque, ¿recuerdas?, el mito es una mentira. Lo mágico, lo extraordinario, lo sobrenatural de Adán y Eva es los creó Dios; regresar de la muerte también requiere algún tipo de poderes; y adelgazar no iba a ser menos. Además es que aquí ni se disimula, la propia terminología relativa a la pérdida de peso te está dejando claro de qué va el juego: dietas milagro, suplementos mágicos, truquitos para perder unos centímetros justo en esa parte del cuerpo que te sobran.
Del mismo modo que los magos no se pueden permitir dejar de experimentar e investigar nuevas técnicas para maravillar y mantener así a su audiencia, la industria de las dietas invierte lo que sea necesario (lo va a recuperar, ¡y con grandes beneficios!) para presentar al mercado un nuevo producto prodigioso. Porque al anterior se le había visto el plumero y comenzaba a rumorearse que detrás del noventa por cierto de los cambios radicales hay o cirugía, o un efecto rebote posterior.
La varita mágica que nos tiene hipnotizados ahora mismo es una jeringuilla no mayor que un bolígrafo de los buenos que contiene un líquido extraordinario que quita el hambre. Se vende con varios nombres comerciales, Ozempic y Wegovy son los más famosos. Una renovación maravillosa del mito de la delgadez universal que nos tiene soñando despiertos mientras tarareamos melodías alegres, como Aurora en La Bella Durmiente cuando imaginaba cómo sería su príncipe azul.
Y que nadie se atreva a romper la magia. De ilusiones se vive. ¿No sería lo más que un solo pinchacito de nada nos permitiera vivir la vida que siempre habíamos soñado? Aunque duela el pinchazo, aunque se nos infecte la herida, aunque cueste un buen dinero la pócima. Merecerá la pena si nos permite vivir para siempre entre algodones.
Claro, contado así, ¿a quién no le va a gustar? Pero no olvidemos que la rueca con la que se pinchó Aurora y que le provocó un encantador letargo fue colocada ahí por Maléfica.