En las instalaciones de Embutidos Puente Robles no hay un respiro. En la tienda, cola; en la entrada a la fábrica, cajas listas para salir rumbo al lugar que toque; y, en el pequeño despacho ubicado en una esquina, llamadas. Una detrás de otra. ¿Será porque se acerca la Navidad? «Esto es así todo el año», replica Cesáreo hijo, que comparte los apellidos con la empresa y que ejerce como responsable de un proyecto asentado en Fermoselle desde que sus padres se decidieron a emprender en una tierra de la que se marchaba todo el mundo. No se equivocaron.
Y es que, entre jaleo y jaleo, la empresa logró el año pasado el premio al Mejor Chorizo del Mundo en un certamen celebrado en Covaleda (Soria). Hace apenas unos días, repitió en Lyon (Francia). El producto galardonado, su cular de bellota, pasó 1.900 pruebas entre 550 catadores, y los expertos le dieron una puntuación de 93 sobre 100. «Casi la perfección», advierte Cesáreo, que durante la charla abre Whatsapp para ver cómo ha quedado el diseño de la nueva cartelería en la que podrá exhibir su éxito en el concurso.
El triunfo en la ciudad francesa ejemplifica el crecimiento de la marca a lo largo de estos 40 años de vida: «Antiguamente, esto era una pequeña tienda y mi padre mataba a los cochinos aquí detrás para hacer los chorizos. Poco a poco, hemos ido ampliando y ahora ya vendemos a toda Europa», apunta Césareo hijo, que admite que lleva años teniendo «un mercado tremendo» en la provincia, pero que ha notado el repunte en los últimos tiempos, particularmente con el premio del año pasado. Lo previsible es que el certamen de Lyon impulse aún más las ventas.
Ahora bien, aquí hay cosas que no van a cambiar. Que no pueden cambiar, en realidad. «Yo tengo la producción que tengo. En mi fábrica, no se va a hacer más», subraya el responsable de Puente Robles, que no piensa en incrementar el volumen: «Lo que ocurre es que, al tener mucha repercusión y más demanda, lógicamente esto se va a tener que valorar», remarca Cesáreo, que compara su chorizo con un jersey de Armani: «Vale más dinero que uno de otra marca».
El plan de la empresa se basa en la clientela fija que acumula en unos quince países: «Tenemos una tienda online muy valorada. Nos compran de toda España y de Europa, y en 24 o 48 horas tienen el producto. Eso sí, me dedico exclusivamente a particulares», advierte Cesáreo, que renuncia a los distribuidores y a las grandes superficies. Solo trabaja con algunos negocios locales: «Los que yo respeto de toda la vida de Zamora«, matiza el fermosellano, que confirma que ese modelo va a continuar.
El cambio generacional
En realidad, todo se ha ido asentando poco a poco, una vez Cesáreo padre le dio paso a su hijo hace unos diez años. Los cambios con la venta online y en la gestión han permitido que Embutidos Puente Robles pasara de una facturación nada desdeñable de «600.000 u 800.000 euros» a otra ya muy destacada de seis millones anuales: «Es que en 2024 estamos vendiendo el doble que en 2023», asegura el fermosellano, que reivindica además el valor de estar en su pueblo: «Yo aquí vivo como Dios, estoy en la gloria y no me muevo a ningún lado», advierte.
El responsable de Puente Robles habla rápido y convencido de lo que dice, y trata de mostrar pruebas de que lo que cuenta no es un farol: «Mira: agotado, agotado, agotado, agotado…», enumera Cesáreo mientras exhibe el catálogo de su web. Para algunos de sus productos, ahora toca esperar. Pero, más allá de los premios, ¿qué tiene este chorizo para destacar entre los demás? «Lo primero es que mi producto es de pequeños ganaderos de esta zona», apunta el dirigente de la fábrica de embutidos.
Cesáreo habla de cerdos «muy grasos, muy buenos» y explica que su carne no echa agua cuando cae sobre la sartén: «Es un producto natural y no le hecho ningún aditivo. Entonces, el cliente se mete el chorizo en la boca y ve que el sabor es diferente, que es como el de casa de antiguamente. Todo el mundo dice lo mismo: es como se hacía en mi casa en la matanza«, asevera el empresario, que pone el foco igualmente en una curación «lenta, natural y con frío», en la que el embutido se cura como antaño.
«No hay secaderos artificiales», insiste el fermosellano, que defiende «el aroma» y que reivindica la capacidad de mantener ese modelo para una producción de 4.000 kilos todas las semanas. Puente Robles y la marca El Catedrático, las dos dentro del mismo plan familiar, aspiran a parapetarse tras ese modelo, con la venta de chorizos, pero también de salchichones, lomos y jamones. Con los clientes particulares, pero también con un acuerdo importante con Cobadu.
15 empleados y sin distribuidores
De momento, el proyecto ya consigue darle trabajo a quince personas, entre los seis que son de la familia y nueve empleados. En el último año, se han incorporado dos: «Pero mi fábrica también tiene una limitación y no quiero ampliarla», insiste Cesáreo, que repite que su idea es valorar cada vez más el producto. «Me han llegado muchos supermercados, pero no es lo que me paguen, es que no voy a trabajar para ellos. Yo tengo mis 10.000 clientes en la tienda online y mis negocios de Zamora de toda la vida», recuerda el dirigente de Puente Robles, que pone un precio especial para los vecinos que compran en su local de Fermoselle. «Hay que cuidar a la gente con la que has crecido».
Después de la charla, Cesáreo Puente Robles muestra la fábrica, las condiciones de conservación del embutido que escoge, los tiempos que maneja y el cuidado que pone en los envíos. Pronto, esos repartos irán con el sello obtenido en Lyon. El mejor chorizo del mundo viene de este rincón de La Raya, de donde tanta gente se marchó.