En la carretera que une Santa Eufemia del Barco y Losilla, el protagonismo es para los molinos. Los gigantes eólicos aparecen imponentes a mano izquierda, elevados con claridad por encima de las encinas y los arbustos que siempre ocuparon la zona y que ahora conviven con el desarrollo de las renovables. Es justo en ese lugar de terrenos aparentemente baldíos donde los vecinos han podido ver estos días un trajín inhabitual de personas, coches y máquinas. Donde parece que no hay nada, resulta que puede asomar un tesoro.
Aquí, el secreto está en las jaras; concretamente, en las conocidas como «pringosas», las de la especie Cistus Ladanifer. En realidad son las que abundan por estos lares y por otros rincones de una provincia con 90.000 hectáreas de superficie forestal cubiertas de matorral. «Se trata de buscar un aprovechamiento», explica Carlos Gómez. Este ingeniero de Montes de la Asociación de Propietarios de Terrenos Forestales (Asfoza) tiene el plan en la cabeza, aunque no lo ejecuta solo. Todo forma parte de una estrategia a nivel nacional: del proyecto GO Esjara.
Gómez lo cuenta mientras pasea por el suelo sobre el que va actuando la maquinaria, unos metros por debajo de los molinos: «La idea es poner en valor estos terrenos. Para ello se han unido diferentes organismos y entidades a nivel nacional que se coordinan con el fin de evaluar qué es lo que interesa en cada territorio», apunta el ingeniero. En este caso concreto, la intención es extraer los aceites esenciales procedentes de la jara pringosa.
«Hay organismos de investigación, implicación de las instituciones y luego están los propietarios, que es donde entra nuestra asociación», indica Gómez, que apunta que con este fin se ha creado un grupo operativo para desarrollar un programa de entre dos y tres años y ver cuáles son los resultados. «Aquí nos encontramos con el problema del minifundismo. Muchas de las parcelas abandonadas son de diferentes propietarios. Algunos hasta han fallecido y sus herederos ni conocen la propiedad», admite el experto.
Por eso, en esta fase piloto, se está actuando sobre terrenos del Ayuntamiento de Santa Eufemia, aunque la intención es extender la iniciativa, si todo marcha bien, a propiedades privadas cuyos dueños estén interesados: «La condición es que la parcela tenga estas jaras, aunque no vale cualquiera. Lo ideal es que tengan cinco, seis o siete años para aprovechar bien lo que es la parte vegetal y sacar el mayor rendimiento en la planta de destilación», expone el ingeniero.
El proyecto cuenta con financiación europea y otros fondos públicos, lo que ha permitido traer la maquinaria a esta zona y costear también el trabajo posterior de laboratorio y de destilación: «Luego, veremos si esto es viable o no», aclara Gómez, que está visiblemente convencido de que lo será: «Aquí hay unas condiciones de suelo y de clima que permiten que esto se desarrolle», defiende el ingeniero, que cree que luego «puede haber empresas encargadas de la recogida de la jara», si se comprueba que resulta rentable.
La industria en el punto de mira
¿Y qué industrias se pueden hacer cargo de esto? «La jara pringosa produce un aceite esencial, sobre todo hablamos del ládano, que se puede aprovechar en cantidad y que puede utilizarse para tema de cosméticos, de perfumería o de lacas. Tiene un rango muy extenso», asegura Gómez, que remarca igualmente los beneficios del aprovechamiento de este arbusto desde la óptica de la gestión forestal.
«La idea es obtener estos resultados y, si son positivos, que seguramente lo serán, extender el ensayo a diferentes parcelas y ponerlo todo en funcionamiento», asevera Gómez, que matiza que la intención no es llevarlo a las 90.000 hectáreas de terreno forestal en la provincia, pero sí abrir una puerta a introducirse en un «5, un 10 o un 20%».
Mientras Carlos Gómez se explica, los trabajadores continúan a bordo de las máquinas. El proceso consiste básicamente en recoger la hoja, descender hacia una zona llana, amontonarla y guardarla. Luego, también se aplanará la parcela sobre la que están actuando, que se quedará limpia para el resto del invierno. El año que viene, la planta volverá a brotar. Sin más dilación. Otra ventaja de la jara.
Quizá, Zamora tenía un tesoro en abundancia y no se había percatado. Pero nunca es tarde. «Esperamos tener los resultados a lo largo del año que viene», resuelve Gómez, antes de volver a centrar toda su atención en el proceso.