Burganes de Valverde decidirá buena parte de su futuro económico en un concejo abierto el próximo domingo 1 de diciembre. Ese día han sido citados los vecinos por parte del alcalde, Christopher Ferrero, para valorar si el pueblo quiere o no quiere seguir adelante con la propuesta de instalación de un parque solar y eólico, a unos seis kilómetros del pueblo, cuya puesta en marcha supondría una importante inyección económica a la localidad.
«Esta es una decisión que debe involucrar a todo el pueblo, no solo a los concejales, porque de su aceptación o no depende el futuro económico» más próximo de la localidad, apunta el alcalde, defensor de la propuesta de inversión. Los datos, indica el regidor, perteneciente a la formación localista Ahora Decide, dejan poco lugar a la duda. «El proyecto está valorado en más de ochenta millones de euros y solo en concepto de Impuesto de Construcciones se ingresaría una cantidad de 3,2 millones de euros» de forma prácticamente inmediata. Pero hay más. Lo que se está negociando es un «alquiler» que sería de unos 1.500 euros por hectárea de terreno usada y 15.000 euros por cada molino que se instale. Según las cuentas que hace el equipo de Gobierno esto supondría unos 300.000 euros al año para las arcas municipales, una cantidad a tener muy en cuenta en una localidad que maneja 550.000 euros de presupuesto anual.
La empresa que está interesada es Julieta Sun 7 y los terrenos pertenecen de forma mayoritaria al pueblo de Burganes, aunque hay también más de treinta hectáreas en Olmillos de Valverde, localidad que pertenece al mismo ayuntamiento. 75 hectáreas se ocuparían por placas solares y el resto por molinos de cien metros de altura. Las primeras conversaciones hablan de entre ocho y diez molinos, pero el alcalde asegura que podrían llegar a ser doce.
El contrato se firmaría por 35 años más cinco de prórroga y la empresa, indica Ferrero, se compromete a tener en buen estado la zona y los caminos agrícolas que por ella discurren. El alcalde insiste en que tiene los papeles «encima de la mesa» para firmarlos, pero subraya que no lo hará sin lograr antes el visto bueno del vecindario. «Particularmente creo que es un proyecto bueno para el pueblo, que puede darnos unos ingresos que nos vienen muy bien y que no tiene los peligros que se ven en otros lugares, porque está lejos de las casas y no afecta a la vida del pueblo». Es, concluye Ferrero, «el último tren económico al que puede subirse Burganes».
Planes para invertir el dinero
El Ayuntamiento tiene ya ideas de lo que se podría hacer en el pueblo con el dinero que se ingresaría de salir adelante el proyecto. Lo más relevante, una residencia para la tercera edad que se comenzaría a construir con esos 3,2 millones de euros que el Ayuntamiento calcula que ingresará del Impuesto de construcciones. «Generaría puestos de trabajo directos e indirectos, más luego todo lo que podría generar en el pueblo, desde más ventas en el comercio a más actividad en el bar. Al final, generaría movimiento, que es lo que hace falta en el mundo rural».
Los ingresos anuales irían destinados, prevé Ferrero, a construir vivienda social en el pueblo para «fijar población joven» y aumentar la población, siempre de acuerdo con los primeros planes del equipo de Gobierno. Unos planes que no se llevarán a cabo si no se recibe el respaldo de los vecinos censados en el pueblo. «Cuando nos presentamos a las elecciones dijimos que íbamos a contar con los vecinos para todo y este es un tema que tienen que decidir los propios vecinos», puntualiza el alcalde. La votación será a mano alzada, habida cuenta de que la ley no permite referéndums locales para estas cuestiones.