La Dresina PC90 010-106-3 hizo muchos, muchísimos kilómetros por las líneas ferroviarias que recorrían en su tiempo las provincias de Zamora y de Salamanca. Desde su entrada en servicio en 1979 hasta su retirada ya como parte del patrimonio de ADIF, este vehículo ferroviario sirvió para el transporte de trabajadores y de herramientas: «Se quitó porque ya acumulaba averías muy costosas», ha explicado este martes el que fuera técnico de vía en la jefatura de Salamanca, Gabriel Cruz.
Él mismo fue quien dejó el vehículo a recaudo en La Fuente de San Esteban, en la provincia de Salamanca: «Lo salvamos de la guillotina, porque aquí ya sabemos que, cuando una cosa no vale, su destino es la chatarra», ha subrayado Cruz, que siempre pensó en la posibilidad de que algún día llegase alguna institución o colectivo con el suficiente interés en la Dresina como para proceder a su restauración.
Y en esas apareció la Asociación Ferroviaria Zamorana. El colectivo se hizo con el vehículo en el verano de 2017, a la espera de tener los recursos para acometer la limpieza y rehabilitación de la Dresina. Esa ventana de oportunidad tardó en llegar, pero finalmente apareció. En 2023, se ejecutó la primera fase se la reparación, con la eliminación de los restos del vandalismo que había sufrido la máquina; ya este año se actuó en el interior.
El resultado se ha presentado este martes con la presencia de la Diputación y del Ayuntamiento de Zamora, que han colaborado en la rehabilitación de un vehículo que ha vuelto a la vida gracias a «un trabajo arduo y gratificante de gente que, con esfuerzo, tiempo y dinero, se vincula» a este tipo de iniciativas.
Con todo, en el acto se llegó a deslizar que Zamora va camino de merecer un museo ferroviario. Quizá falte tiempo para que esa idea se convierta en algo tangible, pero grupos como la Asociación Ferroviaria Zamorana han demostrado que son capaces de convivir con la sensación, a veces amarga, de la espera y de la paciencia.