A cada persona que ve, Adolfo Vázquez le ofrece un culín de sidra. Entre eso y su forma de hablar, quedan pocas dudas sobre la procedencia del hombre que aparece al frente de un pequeño puesto a las puertas de la iglesia de Mombuey. En el día de San Martino, claro. Lo que más a mano tiene este asturiano nacido en Mieres, pero instalado en Langreo, es un artefacto de madera que sirve para escanciar y para evitarle fatigas ante cada vecino que le acepta la bebida en este 11 de noviembre. Y hay que dar fe de que lo usa.
Junto a este recurso práctico, la mesa de Adolfo muestra otra serie de objetos, relieves y elementos decorativos tallados en madera. Y, al lado, un papel con la mención especial que le acaba de conceder la organización de la feria por su contribución al pueblo de Mombuey. Este es el lugar en el que nació su mujer y el pueblo al que el matrimonio viaja constantemente desde el norte. Hace unos años, para descansar; ahora, también para que él se afane con la madera.
«Yo anduve siempre en la carretera. Empecé con la carpintería, pero se ganaba poco y lo dejé», explica Adolfo, que primero repartió fruta con un camión y más tarde acabó en las tareas de almacén: «En el 2017 me retiraron porque tenía los tendones de los brazos rotos», revela este vecino, que regresó al lugar del que venía: a la madera. Aunque no tanto al oficio como al arte.
El propio interesado lo cuenta así: «Me puse a hacer, a hacer, a hacer y ahora tengo aquí la casa llena ya. No vendo ni nada, pero sí lo regalo, porque la mujer me va a echar cualquier día», apunta Adolfo, que muestra tras de sí, en el puesto de San Martino, varios relieves en los que aparecen la minería, tan arraigada a su tierra, o los panaderos, íntimamente vinculados a su pueblo de acogida.
A su vera, se ve una pieza cuadrada de madera con una reja y, en el centro, unas madreñas, los zuecos típicos asturianos. Lo que no cabe en la mesa son las cosas que ha ido haciendo para el pueblo. Por ejemplo, una talla que realizó por encargo de la anterior corporación municipal o los carteles que están sirviendo para identificar las fuentes que hay en la localidad y que ahora se están arreglando. De momento, las manos de Adolfo ya han servido para colocar el nombre de tres.
Los planes con «el tablón grandísimo»
El siguiente plan que ha trazado este hombre para Mombuey guarda relación con «un tablón grandísimo» que tiene en Asturias y sobre el que pretende grabar el siguiente texto para situarlo a la entrada de la localidad: «Bienvenidos a mi pueblo: Mombuey». «A ver cómo lo hacemos», desliza Adolfo, antes de ofrecer los culines de sidra pertinentes a las autoridades: «La gente se está molestando para que este lugar tenga vida y yo solo quiero colaborar un poco», remacha el asturiano. Y en ello seguirá.