El 14 de octubre de 1957, una riada en la cuenca del Turia causó 81 muertos y numerosos daños en la provincia de Valencia. Aquella tragedia tuvo lugar apenas quince meses antes de la catástrofe que asoló Ribadelago, el pueblo zamorano en el que 144 personas perdieron la vida tras la negligencia que desembocó en la rotura de la presa de Vega de Tera. Aunque las causas fueron diferentes, en ambos casos un torrente infernal de agua segó decenas de vidas y destruyó las casas que se ubicaban a su paso. No hubo consuelo posible.
La cercanía temporal entre la riada de Valencia y la catástrofe de Ribadelago provocó que, por entonces, la población valenciana se mostrara particularmente sensible con lo sucedido en Sanabria. Tanto, que el Sindicato de Regulación del Río Turia se implicó directamente en la ayuda a los supervivientes de la localidad zamorana, como se puede comprobar en la visita al Museo de la Memoria, donde aún se conservan los objetos, las cartas y los recibos que prueban aquel respaldo.
En el citado espacio de recuerdo abierto en agosto se puede ver parte de la vajilla que recibió cada superviviente de la catástrofe. En los platos se puede leer la inscripción: Regantes río Turia, Valencia. A Ribadelago. Alrededor, aparecen motivos florales. Todos los vecinos de Ribadelago conservaron durante años en sus casas este obsequio, entregado con la intención de donar «algo que fuera útil» para los vecinos.
Así se refleja en la carta firmada por el presidente del sindicato de regulación, una misiva que también se conserva en el museo. «Esta horrible tragedia la sentimos los valencianos más profundamente que nadie», reza el texto, en el que también se hace referencia a una cantidad económica.
La cifra concreta alcanza, al menos, las 25.956 pesetas de las de entonces, según se refleja en dos recibos de 15.000 y 10.956 respectivamente. El primer dinero llegó el 10 de febrero del 59, apenas un mes después de la catástrofe. La carta fue enviada desde Valencia el 21 de mayo del mismo año.
Solidaridad de vuelta
La existencia del museo permite recordar aquel respaldo, que ahora se puede relacionar con la ola de solidaridad que está llegando a Valencia para paliar los efectos de la DANA. El propio alcalde de Galende, municipio del que depende Ribadelago, ha remarcado que el Ayuntamiento tratará de implicarse directamente en la causa. Por lo pronto, ya ha habilitado la oficina de turismo de El Puente para que los vecinos hagan sus donaciones. Las buenas acciones siempre van de vuelta.