Valencia está a 600 kilómetros de Zamora, pero las informaciones y las imágenes que llegan al minuto desde el epicentro de la DANA vinculan inevitablemente a las gentes de la provincia con el sufrimiento que están padeciendo centenares de familias en la zona sureste del país. En realidad, toda España lleva la congoja incorporada desde que las escenas del agua imparable dieron paso a las cifras de muertos y desaparecidos. Cuesta no empatizar, y mucha gente quiere echar una mano. Aunque sea desde la distancia.
Por eso, los ayuntamientos, los colectivos y las empresas de todo el país están activando mecanismos de ayuda. Ya sea a través de dinero o de donaciones materiales. En Zamora se ha centralizado en Ifeza gran parte de la recogida de alimentos, agua, papel higiénico y otros enseres para mandar rumbo a la Comunidad Valenciana. Hasta el recinto ferial se desplazan quienes quieren entregar su donación en coche. Durante toda la tarde, y a veces hasta con colas, los vecinos han ido descargando bolsas de comida, garrafas de agua y artículos de limpieza. Todo lo que se demanda.
Los voluntarios de Protección Civil son los encargados de recibir y organizar la mercancía. Apenas se detienen. La idea es que, en las próximas horas, un camión se lleve el primer envío rumbo a Valencia: «La gente nos está trayendo de todo. Principalmente, agua, ropa, productos para los niños y cosas de higiene», explica uno de los miembros de la agrupación, Iker Fernández, que confirma que las personas están llegando «constantemente» a aportar «su granito de arena».
Lo cierto es que, en ese preciso instante, varios coches hacen su entrada en el recinto por la parte trasera de Ifeza: «Mañana se vuelve a abrir por la mañana», recuerda mientras tanto Fernández, que admite que hay algo que le está llamando particularmente la atención, más allá del amplio volumen de recursos ya recabado, a pesar de las pocas horas de recogida que se acumulan: «Personalmente, estoy sorprendido con los niños», concede.
«Los niños están viniendo a traer sus juguetes favoritos y te dicen que bueno, que es algo que les gusta mucho, pero que saben que hay otro que lo necesita más. Que alguien tan pequeño diga eso te llena de amor», señala Fernández. Es cierto que este tipo de objetos de ocio no entra dentro de las prioridades de la recogida, pero la forma de entender a su manera la tragedia es lo que está cautivando al voluntario: «Tienen una humanidad de la que carecen muchas personas mayores».
Tras la breve charla, Fernández y sus compañeros continúan moviéndose de allá para acá. Llegan nuevas bolsas, más productos y hay que clasificarlos. La idea es que todo llegue de la forma más sencilla posible a su destino. En Valencia hace falta mucha ayuda, y Zamora está dando la que puede.