«Era una tarde de viento, nada fuera de lo normal, hasta que se desencadenó el caos». Los zamoranos que viven en la capital del Turia relatan una tarde «negra» en los alrededores de la capital de la Comunidad Valenciana, una tarde en la que la propia ciudad, insisten «se salvó por los pelos» de verse en una situación mucho peor.
Laura Merayo es una de las zamoranas que ha visto en primera persona los efectos de la tormenta y los estragos que causa en la zona. Relata una situación «catastrófica» en el lugar aunque, insiste, en la ciudad es «todo mucho más tranquilo» que las imágenes que ahora recorren los periódicos y las redes sociales. Aunque Merayo ha evitado los peores efectos del temporal, si asegura que tiene compañeros que «han mandado imágenes duras» que producen «mucha angustia y pena».
En Valencia ciudad la situación es «de momento más tranquila» aunque los móviles «no dejan de recibir alertas» por lo que está sucediendo en otros lugares del área metropolitana. «Espero que se tomen medidas con los empresarios que han obligado a sus trabajadores a ir a sus puestos de trabajo, exponiéndolos a situaciones de riesgo». Laura Merayo recuerda también la supresión, el año pasado, de la Unidad Valenciana de Emergencias, algo que, asegura, «no es admisible» y cuyos efectos se han visto ahora.
En similares términos sobre la UVE se expresa Conce Fraile, zamorana y también residente en Valencia, relativamente cerca del cauce del Turia. «Recortaron de ahí y ahora se ve que no se debería haber hecho. Con que hubieran salvado una vida hubiera valido la pena que siguiera en activo», añade.
Sobre la tormenta, el testimonio es similar. «A las ocho de la tarde empezamos a darnos cuenta de que había muchos problemas, sobre todo por la gente que volvía a Valencia de trabajar. Luego pasó el huracán que ha salido en las redes sociales y las lluvias y las inundaciones». La alarma, confirma Fraile, llegó tarde. «Cuando la recibimos en el móvil yo ya había visto muchos vídeos de gente atrapada». La zamorana relata también testimonios de amigas y compañeras «atrapadas en sus casas, en las plantas altas, con toda la zona baja inundada» y apunta que todavía hay gente que «no da señales de vida», lo que en principio se achaca a las dificultades para establecer comunicaciones. «Cuando desviaron el cauce del río salvaron la ciudad, pero hay pueblos que se han quedado más bajos y les ha pasado esto».
«No nos pilló de milagro»
Paula Álvarez, otra zamorana en Valencia, apunta que la tormenta no le pilló en la carretera «de milagro» porque «íbamos a ir a la zona que se ha inundado» y «nos dimos la vuelta» a última hora. Álvarez, que ha residido en Dublín y que asegura que consulta con asiduidad las aplicaciones que avisan de la lluvia, apunta que «nunca había visto una barra de aviso por lluvias tan alta» como la que apareció este fin de semana.
«En mi barrio la cosa está más tranquila, pero el clima está raro, hay mucha humedad» y hay ya situaciones de tensión en los supermercados. El agua embotellada se ha acabado ante los avisos de que el suministro en las casas puede cortarse en cualquier momento por problemas en las depuradoras, apunta.
La última información sobre la DANA, publicada por fuentes oficiales a las tres de la tarde, habla ya de al menos setenta muertos en Valencia. Las lluvias han provocado apagones que afectan a 140.000 personas, cortes de carreteras y la suspensión del servicio ferroviario de alta velocidad, así como del servicio de Cercanías. Todavía hay decenas de personas desaparecidas.