– No te tenía como un pintor de cristos.
– Ya, ni yo tampoco. Pero tengo mogollón.
En la exposición retrospectiva que Carlos Adeva tiene instalada en la Casa de la Cultura de Toro no cabe todo, pero caben muchas cosas. Desde los primeros pasos del artista toresano con la pintura hasta alguna de sus últimas creaciones, instaladas durante las últimas semanas en un lugar especialísimo para el artista, el primer lugar donde expuso. «Cuando me dijeron de hacer una exposición en Toro lo primero que pensé es que no había sitio, pero como lo organizaba Cristina pensé en hacerlo aquí, que es donde empecé, para darle sentido».
Y precisamente en Toro es donde empieza la propuesta de Adeva, que recibe al visitante con unos dibujos realizados en su localidad natal, de sus primeras etapas, de finales de ochenta o principios de los noventa. Y después, los cristos. «Mi padre estuvo como presidente del Sepulcro como 25 o 30 años, y ese dibujo», uno de esa imagen en concreto, «lo pinté cuando tenía doce años, cuando estaba en la Banda de Música. Lo pinté porque mi hermano mayor pintaba y yo quería ser como él». Junto a él otro, del mismo cristo, pero profesional, el que fue utilizado para anunciar la Semana Santa de la ciudad. De la afición a lo profesional, del niño al hombre.
Recorrer la exposición de la mano de Adeva adentra al visitante en un pequeño resquicio de la mente del artista y permite conocer un poco mejor su trayectoria, de lo local a lo internacional sin perder de vista el terreno. Piezas más clásicas se alternan en Toro durante estos días con «experimentos» realizados por Adeva, como el equilibrio imposible que encuentran en su obra varios racimos de uvas puestos sobre una mesa. O la pera pintada con el artista bajo la influencia del alcohol con la que demuestra «como beber cambia la realidad».
En el fondo, «DESaTINO», obra fundamental del artista, con la que ganó el XVI Concurso de Pintura organizado por ACOR. Una obra que está en la exposición contra pronóstico, porque se encuentra de continuo en el despacho del presidente de la cooperativa que organizaba el concurso. Adeva habla de ella con la pasión del que está orgulloso con su trabajo.
– «Habla del destino, ¿sabes? Todos tenemos una conexión con alguien. No importa la distancia, ni el tiempo, puede estar vivo, o estar muerto, pero estamos conectados con esa persona. Y esa conexión es un hilo, que se puede estirar, se puede enredar, pero nunca se va a romper. Lo que digo con esta obra, en la que el hilo está en la mano, es que quiero hacer mío el destino, lo quiero sujetar».
– Pero al final el hilo baja y se va del cuadro.
– Sí, es verdad.
Proyectos
Si algo no le falta a Adeva en esta etapa de su vida es trabajo. Murales, muchos, que es lo que ahora se ha puesto de moda. «Por eso también es bueno tener esta exposición, que hay mucha gente que ahora me tiene como pintor de murales y he hecho más cosas», apunta. «Tengo en mente una cosa muy interesante, pero tengo que encerrarme a hacerla, a ver cuándo puedo sacar un rato».
Lo más inmediato es terminar el proyecto iniciado en un pueblo de Valladolid y hay sobre la mesa un plan interesante para «decorar un poco» toda la zona de salud mental del Hospital Provincial de Zamora, al hilo de lo que ya hizo el artista con la planta de Pediatría del Virgen de la Concha. «Voy a hacer algunos cuadros para ese área en concreto, es algo que me hace bastante ilusión», anuncia.
La exposición de Adeva en la Casa de la Cultura de Toro, «Encuentros», puede visitarse todavía durante unos días, hasta el próximo 18 de octubre, cuando el autor la dará por concluida con una nueva visita guiada recomendable para iniciados y neófitos. Merece la pena.