Todo es una suma de pequeñas acciones. Y más cuando se trata de cuidar algo tan delicado como un habla que se pierde, que se extingue poco a poco al tiempo que mueren las personas que la utilizaron toda su vida, pero que vieron cómo sus hijos se marchaban sin aquella herencia. En Sanabria, como en muchas otras zonas del noroeste con las distintas variantes del asturleonés, durante mucho tiempo se creyó que aquella forma de expresarse tenía un punto de antiguo, de señal de carencias formativas. En lugar de verlo como cultura se percibió como un signo de lo contrario.
Sin embargo, con el tiempo, la mirada ha cambiado. Asociaciones como Criosanabria tienen claro que legados como el del senabrés son riquezas que hay que proteger, aunque sea a través de esa acumulación de iniciativas que se van convirtiendo en una bola de nieve a medida que se unen. En esa mirada hacia la realidad hay que enmarcar la idea de este colectivo de repartir carteles por los establecimientos de la zona en la lengua que primaba antaño en la comarca.
Se trata de la segunda fase de una acción que ya se implementó hace algunos años y que ahora se ha recuperado. En más bares y tiendas de Sanabria, desde hace unas semanas se puede saber si «esti sitiu está abiertu» o «pecháu»; si el baño es de «mulleres» o de «homes»; o si los animales son bienvenidos: «Eiquina deixamos entrar con mascotas». En algunos sitios, también se han sumado carteles con las denominaciones de la fauna en el habla propia, para que la gente se familiarice con el «llobu», el «ciervu» o una más difícil de traducir: la «doronciella», la comadreja.
«La idea es preservar las palabras. Ya que los bares son muy frecuentados, aprovechamos para poner carteles en la puerta o en los baños. Se trata de que la gente vea este habla como algo propio, identitario; que sepa que ha existido, que le dé valor», analiza el presidente de Criosanabria, Daniel Boyano, que suma esta acción a otras como el concurso de relatos en senabrés cuyo plazo está abierto o las iniciativas con escolares para enseñarles la fauna y la flora.
Además, desde la asociación se está promoviendo la traducción de obras clásicas al senabrés y se están devolviendo al idioma original algunas canciones tradicionales que «se habían castellanizado». En su día, el habla de toda la vida no servía. «Ahora, se le va dando un valor y la gente lo siente como algo más de su cultura. Incluso, los que ya lo hablaban de antes», apunta Boyano.
Con esta nueva fase de reparto de cartelería, el objetivo del colectivo es llegar a 40 o 50 establecimientos de toda la comarca y «reforzar el sentido de identidad». De hecho, Boyano recuerda que conviene profundizar en estas propuestas ahora que el senabrés y el asturleonés en general aún perviven, antes de que sea demasiado tarde.
Sin educación en su lengua
«Según datos de Naciones Unidas, en la actualidad, el 40% de la población mundial carece de acceso a la educación en su lengua materna, cifra que supera el 90% en determinadas regiones como es el caso de Sanabria y otras comarcas de la región de León», zanja el responsable de Criosanabria, que tiene en mente otras iniciativas nuevas para ir remando contra esa corriente. Por lo menos, la sensación es que ya no avanza tan rápido hacia el abismo.