Vega de Tera (en el pueblo de Junquera), Santibáñez de Vidriales, Cerecinos de Campos y San Cebrián de Castro. Son cuatro, de momento, pero la sensación es que puedan llegar muchas más. Se trata de los pueblos en los que ya se ha puesto sobre la mesa la construcción e instalación de grandes plantas de biogás, surgidas la mayoría al calor de los gasoductos que atraviesan la provincia de Zamora, denuncian desde Ecologistas Zamora. Todas cuentan con una oposición vecinal más o menos organizada en los municipios de influencia a los que se refieren.
Las empresas hablan de energía limpia generada «a través de los residuos ganaderos, agrícolas, forestales y de la industria agroalimentaria» a la vez que subrayan el «progreso» que supuestamente traen aparejadas estas plantas mediante «la creación de empleo de calidad y la colaboración de empresas locales, que impulsarán nuevas actividades relacionadas con la valorización de los residuos ganaderos de la zona». Las palabras entrecomilladas aparecen en la web del Grupo Ibereólica Renovables cuando habla del proyecto planteado en Cerecinos de Campos, «que valorizará hasta 60.000 toneladas anuales de estiércol, procedente de granjas ovinas y vacunas cercanas, generará abonos orgánicos, biofertilizantes, y biogás».
Ecologistas Zamora entiende que la proliferación de este tipo de plantas «suponen un paso más para convertir nuestra provincia en un estercolero, una neocolonia de la UE vaciada de población», algo en lo que juegan un papel fundamental los gasoductos, tanto el que atraviesa la provincia de norte a sur como el que nace de la capital para encaminarse a Toro y Valladolid. Las plantas, subraya Ecologistas, deben estar necesariamente cerca de los gasoductos para ser rentables. Eso por no hablar de los residuos generados en la producción, «un pestilente lodo llamado digestato, que nada tiene que ver con el estiércol o el compost».
Las plantas surgen indudablemente al calor de las subvenciones y del plan para aumentar la producción de biometano y reducir así la dependencia del continente de un gas natural que no posee. El anuncio de «esta piñata de fondos es el responsable de que en Castilla y León, que cuenta con solo dos plantas en su territorio, las grandes empresas se froten las manos y hablen de nada menos que 520 plantas de biometano en la comunidad», aseguran desde Ecologistas.
Plataformas vecinales
Vecinos de varios pueblos de la provincia han creado la plataforma «Stop ¿Bio? Gas en Vidriales», un colectivo que tiene como objetivo último que «todas las empresas que están proyectando estos modelos de macroplantas de biogás sean conscientes de que nos van a tener en contra y de que vamos a pelear para que no se implanten».
La plataforma asegura no estar en contra del uso de restos orgánicos para producir gas, pero sí «de este modelo que están imponiendo en el que únicamente se tiene en cuenta la rentabilidad económica cuando en realidad estamos hablando de que unos pocos se enriquecen a costa de perjudicar a la gran mayoría».
Las empresas gasistas «venden progreso», insisten las mismas fuentes. «¿Entenderán ellos que es progreso el tránsito permanente de camiones por nuestras carreteras y caminos? Eso con el deterioro que supone para nuestras ya precarias infraestructuras, los peligros que conlleva, las molestias por olores, la degradación del paisaje… Si el progreso es esto, no lo queremos», concluyen.