La plataforma única se extiende por distintas zonas de la ciudad entre la controversia de los comerciantes, el convencimiento de buena parte de la hostelería, la satisfacción de los peatones y el castigo de los conductores. Ahora que el Ayuntamiento de Zamora celebra la Semana de la Movilidad, centrada en buena parte en difundir las bondades que la plataforma única tiene para el equipo de Gobierno, y habida cuenta de que ya van varios meses en los que la circulación por buena parte del centro de la ciudad ha cambiado de forma importante, es buen momento para hacer un primer balance. O, al menos, una primera recogida de impresiones entre las personas que conviven a diario con los cambios. Y las sensaciones, como se ha dicho antes, están encontradas.
En la esquina de la calle de las Flores de San Pablo con la calle Traviesa la sensación es que los cambios han sido malos para los negocios. Lo corroboran dos de las tiendas que subsisten en una zona que se está vaciando de tejido empresarial a una velocidad alarmante. Gloria Bartolomé regenta desde hace 17 años la tienda de reparación de calzado que hay en la zona y asegura que, para su clientela, no aparcar supone un problema importante. «Aquí venía gente que paraba el coche, nos dejaba el calzado para reparar, o cuchillos para afilar, y marchaba a hacer la compra. Ahora no pueden cargar el coche, no vienen y tampoco nos traen género a nosotros», asegura en declaraciones a este periódico.
Esta tienda, de hecho, ha dejado de abrir por las tardes porque la clientela que se acerca es prácticamente residual. «No tiene a cuenta, no viene prácticamente nadie», asegura Gloria Bartolomé. Lo cierto es que a esta tienda, como le sucede a la tienda de conservas y legumbres de la otra esquina, está también muy afectada por el cierre del Mercado de Abastos. Susana Juárez regenta el comercio y asegura que la clientela ha ido a menos desde que no se puede aparcar y a mucho menos desde que se cerró el mercado. «Nosotros teníamos gente que venía de otros barrios o de pueblos cercanos, cargaba una caja de vino y marchaba. Ahora esa gente no viene», resume la tendera.
Un poco más abajo, en la esquina de las Flores de San Pablo con San Andrés, Ana de la Granja atiende desde el mostrador de La Golosa y apunta que, en las fechas en las que la pastelería solía rebosar de clientes, también se echa en falta un lugar donde dejar en coche. No así entre diario, pues la clientela del negocio es bastante fiel. Y, de nuevo, sale a relucir el Mercado cuyo cierre, a juicio de la opinión de los comerciantes, está lastrando los balances de beneficios en la zona.
Los que sí están satisfechos
Para encontrar un negocio que defienda las virtudes de la plataforma única hay que salir del centro de la ciudad y desplazarse cuesta abajo por la calle del Riego. En la plaza de la Puebla la cafetería del hotel Doña Urraca tiene ahora un negocio más atractivo, con terraza en la zona exterior que antes estaba ocupada por un caos circulatorio, con coches mal aparcados y algunos cruces peligrosos. Ahora hay un parque y una calle que da entrada a garajes, así que la tranquilidad es mayor.
Ángel Margusino regenta el local hostelero y asegura que el cambio le ha beneficiado «claramente», aunque añade: «Creo que somos de los únicos beneficiados».