El de Andavías es uno de esos frontones de plaza libre. Su estructura es fácil de definir: solo tiene una pared, nada en los laterales. Esa circunstancia penaliza generalmente a los jugadores, que al mínimo desvío envían la pelota fuera y tienen que correr por una cuesta abajo que después hay que remontar. Por estos lares, todos saben que conviene apuntar bien. Desde hace unos días, al mirar de frente hacia esa fachada de color verde, las gentes del pueblo ya no solo ven la estructura deportiva o las esquelas que a veces se colocan sobre ella. En lo más alto, contemplan la imagen de su nuevo escudo, un diseño con el que José Antonio ha pretendido ser certero. En esto, también es pertinente la puntería.
José Antonio se apellida Mateos Carretero, es el cronista oficial del pueblo, y suele llevar la cabeza cubierta con una boina y todos los datos de Andavías dentro. Pero antes de acumular esa sabiduría, este vecino, ya jubilado, tuvo que sumergirse en los orígenes del pueblo y llevar a cabo un trabajo «riguroso» que ha desembocado en la elección del escudo y de la bandera que ahora son la seña del lugar. No hubo espacio para el azar, todo está justificado. Y la localidad, agradecida.
Este jueves, precisamente ante la pared del frontón del pueblo, Andavías reconoció a José Antonio Mateos por su labor de documentación hasta llegar a la identidad institucional de la que ahora dispone el Ayuntamiento; por su viaje en el tiempo para amarrarlo todo. El alcalde, Antonio Iglesias, admitió que del cronista «salieron la idea y el espíritu de este escudo», y reivindicó la importancia de que la propuesta partiera precisamente de alguien conectado a la tierra.
Lo cierto es que, a lo largo de los últimos años, numerosos ayuntamientos de la provincia han apostado por contar con un emblema que les defina, pero en ocasiones son empresas especializadas en esta materia las que se encargan de la documentación y del diseño. Hace falta cumplir determinados requisitos para que el escudo adquiera oficialidad, y la labor exige tiempo y conocimiento. En Andavías, José Antonio Mateos ha entregado sus horas y su capacidad a la causa, y es capaz de justificar cada una de las partes de su creación.
Los detalles del escudo y las historias
En el pequeño acto celebrado en la plaza, el cronista diseccionó de forma breve el escudo «partido y entado en punta» que le ha entregado a Andavías. Empezando por lo más básico, los colores: azul, rojo y verde, y a partir de ahí los detalles. José Antonio Mateos introdujo en su diseño la realidad de un pueblo que en su día fueron dos, y explicó en la memoria que «el primer campo, cortado», recuerda esa circunstancia. La aldea original de Andavías se unió a finales del siglo XIV o principios del XV con la de Peñedo. Eso queda muy atrás, pero define la esencia original del lugar.
En el resto de su argumentación, José Antonio Mateos abordó la inclusión de una fuente por la importancia que tuvo siempre para la localidad la ubicada al pie de la iglesia; justificó la colocación de un negrillo a través de la documentación histórica salpicada de referencias a ese árbol, introdujo detalles sobre la relación secular de Andavías con la Tierra del Pan y añadió una venera de oro que simboliza que, en su momento, esta era una tierra de paso del Camino de Santiago.
El cronista lo explicó así en su breve alocución del jueves: «Andavías formó parte del Camino, en la vertiente del Sanabrés, durante cerca de cuatro siglos, hasta mediados del XIX». Fue la construcción de la carretera de Villacastín a Vigo la que desvió el flujo por Montamarta, pero previamente los peregrinos se dirigían a Puebla por la ruta de Carbajales de Alba. Y José Antonio Mateos tiene documentación para probarlo. Incluso, una referencia del paso del rey Felipe III en 1602.
Los enumerados son solo algunos de los detalles que han valido para perfilar el escudo de Andavías, pero sirven como ejemplo de la tarea desinteresada que personas como José Antonio prestan en el medio rural de Zamora con el fin de rescatar la memoria de los sitios pequeños, e incluso de plasmarla en una imagen oficial. El pueblo reconoció a su cronista con una placa por su labor, y el aludido correspondió con emoción. «Todo lo he hecho basándome en documentos históricos y bibliográficos», añadió. Y apuntando bien, claro.