Antonio Canas tiene diez años y es de Codesal. Hoy empieza quinto de Primaria en el Colegio Rural Agrupado de Palacios de Sanabria. Como él, miles de niños arrancan hoy las clases, pero para Antonio el camino a la escuela es algo más complicado. En esto, comparte «destino» con los cada vez menos niños que viven por los pequeños pueblos de La Carballeda.
Antonio comienza las clases a las 9.30 de la mañana, pero se levanta bastante antes, sobre las ocho. No queda otra, porque poco después pasa el autobús que le tiene que llevar a su colegio. Son alrededor de treinta kilómetros de ida, y otros tantos de vuelta, los que tiene que hacer a diario. 25 minutos según el navegador del coche, pero más cerca de los cuarenta cuando se va en autobús. De nuevo, otros tantos a la vuelta.
Cristian, el hermano de Antonio, no empieza este viernes las clases, pero está en las mismas. Él tiene 14 años y empieza tercero de la ESO en el instituto de Puebla de Sanabria, que está aún más lejos, a más de treinta kilómetros «y casi una hora de camino» desde su casa. Con él hace el trayecto Darío Ferrero, que tiene 16 años, es de Sagallos y empieza este año segundo de Bachillerato.
El instituto empieza el doce de septiembre y las clases arrancan a las nueve de la mañana, pero ellos se levantan sobre las siete, depende del día. El autobús les recoge antes de las ocho e inicia el camino a Puebla. A la vuelta, la llegada a casa se retrasa una hora sobre la salida del centro.
Los tres chavales conversan sobre su situación y se la toman con la máxima filosofía posible. «Lo tenemos más complicado que los que viven cerca del instituto, pero bueno, no pasa nada», asegura Darío. «Con esto lo que nos aseguramos es que nunca llegamos tarde a las clases», puntualiza Cristian, ya que el coche de línea acaba su recorrido frente a la puerta del instituto de Puebla de Sanabria a las 8.50 de la mañana, minuto arriba minuto abajo. «Los que viven en Puebla son los que llegan más veces tarde, se les pegan las sábanas», apunta el menor de los dos estudiantes que van al instituto.
La lejanía a los centros escolares obliga a una logística familiar que muchas veces resulta complicada. Lo corrobora Griselda Hervella, la madre de los dos hermanos que han participado en este reportaje. «Los colegios están lejos, si te llaman para cualquier cosa es una faena, porque tardas bastante en llegar y en volver, y aquí hay trabajo». Ella es ganadera. «No puedo dejar a las vacas ahí de cualquier manera, necesito organizarme un poco. O, a unas malas, tirar de alguien que conozcamos en Puebla o en Palacios para que nos eche una mano».
Las actividades extraescolares
La situación se complica aún más con las actividades extraescolares, para las que ya no hay transporte escolar disponible. «El autobús sale cuando acaban las clases ordinarias, si te quieres quedar por la tarde, pues va por tu cuenta», apunta Darío. Él, junto con Cristian, se han apuntado este año al fútbol y quieren jugar en el Atlético Sanabria, que juega sus partidos como local en Santa Croya de Tera, a 45 kilómetros de Codesal.
«Los entrenamientos son tres por semana, pero creo que nosotros solo vamos a poder ir dos tardes». A los jugadores los tienen que llevar a entrenar sus madres. «Unos días una, otros días otra… nos vamos turnando, pero por ellos lo tienes que hacer, porque tienen que hacer cosas», dice Griselda.
Antonio, el pequeño de la cuadrilla, irá los miércoles a informática en Palacios. El plan es comer en el comedor del CRA, hacer la actividad extraescolar y que su madre vaya a buscarle después. Las clases extraescolares acaban a las ocho de la tarde. «En invierno sin problema, porque es de noche y no hay nada que hacer con las vacas, pero en primavera…».
Con todo, no hay tiempo para la pena. «Es lo que tiene vivir en el campo, lejos de las cosas. Pero no lo cambiamos, aquí se vive muy bien, mira que contentos están». Griselda lo dice mientras observa a los tres chavales conversar entre ellos sobre fútbol, algo que se ve que les apasiona. Lo hacen como lo hacen los niños de los pueblos, como si no hubiera diferencia de edad. «Si es que lo hacen todo juntos, cómo no van a ser amigos».