Conrado comenzó a manifestar los primeros síntomas de su alzhéimer precoz a los 41 años. Su hijo, Alejandro Seral, tiene ahora 40, pero ha comprendido que ha de apartar el miedo: «No puedo vivir con esa Espada de Damocles encima de la cabeza. Mi abuelo murió así y mi padre murió así, pero ahora estoy muy ocupado como para pensar en eso. Tengo mucho trabajo que llevar a cabo, mucha sensibilización que hacer y no me permito desviarme hacia ese pensamiento porque no sé qué me podría aportar», reflexiona este catalán, a quien la vida le cambió cuando todavía era un niño.
Pero, antes de profundizar en su historia, conviene señalar que Alejandro Seral, un seudónimo del verdadero nombre del narrador de esta historia, lo contó todo este miércoles en las instalaciones de AFA Zamora. Hasta allí se desplazó para presentar ante el público zamorano el libro Morir dos veces, una novela en la que plasma, desde el prisma de la ficción, la crónica de su vida, de la vida de su padre. El autor crea los personajes y los enmarca en un entorno rural de Huesca para tratar de explicar lo inexplicable; para poner palabras a la crueldad de un diagnóstico inimaginable.
«Nuestro caso es muy particular, porque en mi familia lo normal era que hubiese una o varias personas en este tipo de circunstancias, con enfermedades neurológicas. Entonces, lo adopté de forma muy natural. Tuvieron que pasar varios años hasta que empecé a ver que esa no era la realidad cotidiana de los demás», señala Seral, que tardó en percatarse de que lo suyo era una excepción. Los síntomas de su padre comenzaron a los 41, pero a los 47 ya tenía el diagnóstico.
A partir de ahí, «vives como un robot, como una máquina, sin pensar», admite Seral, que fue «guardando y acumulando muchas cosas dentro» que, más tarde, le han hecho reflexionar sobre cómo pudo «tolerar ese día a día tan lesivo, tan nocivo». «Eres capaz de cegar sentimientos para ir reaccionando a cada fase, la que marca un nuevo día a día», destaca el autor, que fue viendo, junto a su madre y su hermana, cómo «una enfermedad que muchas veces se considera geriátrica» iba dañando a un hombre que aún no había alcanzado los 50.
La decisión de escribir
¿Pero cuándo llega el clic que le lleva a contar todo esto en una novela? «El primer pensamiento me vino a los 14 años, cuando me mandaron una redacción para el colegio y me vino a la mente esa frase que da nombre al libro: morir dos veces. Ahí me di cuenta de que esa era la gran historia que tenía que contar, pero también era consciente de que, en ese momento, no tenía la capacitación para crear una obra así. Empecé cuando cumplí los 25 años y la acabe a los 26», subraya Seral, que durante años buscó una editorial que publicara la obra hasta que admitió que la autoedición era el único camino.
Los premios, los reconocimientos y la séptima edición por la que camina la obra le han dado la razón a este hombre que decidió enmarcar la historia en la zona de la que procedía la familia de su padre, de dónde muchos marcharon en búsqueda de un futuro laboral más próspero. El concepto no suena extraño visto desde Zamora: «La segunda temática más importante de la obra es la despoblación rural, el abandono de los pueblos. Hago un paralelismo entre la enfermedad y el vaciamiento; la pérdida de la memoria colectiva del territorio que, como la individual, se va borrando», indica Seral.
El escritor remarca que, a medida que se abandona un pueblo, «se va perdiendo la sabiduría de sus personas mayores, se olvidan las costumbres, las recetas, el folclore y la tradición oral». Por eso, en el libro, decidió que el hilo conductor fuese que el hombre, «cuando todavía se encuentra bien», contase a su hijo pequeño las fábulas de la aldea como un entretenimiento cualquiera. Es después, en el momento en el que el adulto enferma, cuando el niño descubre que aquellas leyendas guardaban un mensaje oculto para ayudarle en cada fase del deterioro de su padre.
El final del alzhéimer
La despoblación lleva un camino unidireccional en muchas zonas, pero Seral considera que hay formas de proveer de servicios a estas zonas para evitar la caída definitiva. En el caso del alzhéimer, lo tiene aún más claro: «La enfermedad es un laberinto, pero tenemos a mucha gente recorriéndolo. Creo que tendrá un fin seguro en menos de 25 años y, mientras tanto, tenemos ahí varios medicamentos que prometen ralentizar mucho la enfermedad. Soy optimista», concede el autor.
Mientras tanto, la sensibilización y la concienciación de la gente son el motor de este hombre que ya tiene en la agenda de los próximos días Benavente, un pueblo de Toledo y otro de Cádiz. También ha viajado por Sudamérica para dar a conocer la historia de su padre: «En todos los sitios encuentro la misma emoción», reconoce Alejandro Seral, que finalmente ha conseguido que la narración novelada de su vida, de la vida de su familia, se sitúe ante los focos.