El próximo 18 de septiembre se cumplirán 56 años de la muerte de León Felipe, pero su legado literario se resiste a hundirse en el olvido. Las generaciones de hombres de letras que sucedieron al poeta tabarés mantienen prendida la llama de una obra «inclasificable», propia de un hombre «antisistema» al que nadie pudo encasillar. Y eso que, en el arte, eso de las familias y de los movimientos tiende a juntar a muchos contemporáneos en el mismo saco.
No es el caso de León Felipe, según explica el también poeta Jesús Losada, que hace un par de semanas ofreció una conferencia en Tábara, la cuna del autor, sobre la figura de un hombre cuya trayectoria merece estudio, detalle y argumentación. Como todo lo que no puede reducirse a una etiqueta. Losada pronunció esta misma ponencia en El Cairo (Egipto), en una muestra de la fuerza que tiene la historia que cuenta y del interés que aún suscita León Felipe.
«Es un poeta que escribe de otra manera», señala Losada, que subraya que el tabarés «conecta la poesía latinoamericana de ese momento con la española, y crea piezas que no encajan en ninguna parte dentro del establishment del momento». El también profesor se refiere al inicio de los años 20 y a la primera obra de León Felipe, Versos y oraciones del Caminante, que ya se topa con las dificultades de la crítica para situar esa creación literaria en el mapa.
Aún así, el poeta encuentra el reconocimiento e «influye en la generación de los años 50» como «un lobo estepario que no se debe a nadie y que no está dentro de la ortodoxia literaria». «Además, es un poeta de acción, que entiende la escritura como resistencia social», recalca Losada, que deja claro que el propio León Felipe «no se encontraba a gusto en ninguno de los movimientos que en aquellos años se estilaban».
Losada menciona las vanguardias, que comienzan a funcionar en paralelo a su trayectoria, y apunta que el autor tabarés no se siente incluido dentro de esa corriente. En parte gracias a eso, y también a su cercanía con la República y a su posición «muy crítica» con la dictadura de Franco, León Felipe se convirtió en una figura «muy mitificada». «Tiene ese halo», insiste el profesor, que recuerda que sus textos estuvieron prohibidos en España y que solo en la Transición regresaron a la escena.
El reconocimiento tras su muerte
El autor ya no podía verlo, pero aquellos fueron los tiempos de sus obras y sus poemas en boca de Aguaviva o de Paco Ibáñez. ¿Suficiente para alcanzar la relevancia merecida pasados los años? «A nivel nacional, puede ser que le falte reconocimiento ahora», destaca Losada, aunque defiende todo lo que se está haciendo en los últimos años para tratar de reivindicar su figura a través de iniciativas como la exposición que ha viajado por varios puntos de España y por el extranjero.
«Pero aparte de eso, él tiene una estela de seguidores», recalca Losada, que profundiza en las particularidades de León Felipe como un hombre vinculado a la lectura de los autores grecolatinos e influido por una obra universal que quizá no encaja demasiado con su perfil republicano y contrario a la dictadura: «Era un gran lector de la Biblia; ese era su libro de cabecera en la mesilla y también deja una huella importante en su obra», zanja el profesor como resumen del perfil de un hombre que se quiso salir de todos los moldes.