En las profundidades del bosque de Valorio, un hombre vestido con el atuendo propio del ejército tardorromano da explicaciones con un marcado acento andaluz a un grupo de zamoranos que le rodean formando un corro. El protagonista alza la voz, habla de tropas apostadas en torno al Rin y al Danubio, de soldados de élite, de tipos «bien armados y pertrechados» y de una «defensa en profundidad». De espaldas a él, y casi pegadas a la gente, otras cuatro personas caracterizadas le sirven como modelo. Todo el mundo contempla con atención la escena.
Lo que está ocurriendo aquí es solo una pequeña parte de la recreación que está llevando a cabo la Sociedad Ibérica de Arqueología en el bosque de la ciudad: «Hablamos de la antigüedad, del periodo tardorromano y un poco del nexo con los visigodos; de los siglos IV y V realmente». Quien da estas explicaciones es Adrián Recio, uno de los andaluces que se ha desplazado hasta Zamora para montar, en un pequeño espacio de unos metros cuadrados, un ejemplo de la sociedad de la época.
Cerca de él, aparecen objetos y piezas relacionados con la medicina, la escritura, la vida civil, la cocina o la estrategia militar: «Esto lo hacemos tanto a nivel nacional como internacional», señala Recio, que hace un par de semanas participó con el grupo en una recreación en Viena, al pie del Danubio, en lo que en su momento fue «la frontera del imperio». Allí, lo llevaron todo al detalle, como a cada lugar que van, como lo observan este sábado los zamoranos.
«Te invito a que intentes buscar algo que esté hecho de plástico, no lo vas a encontrar», advierte Recio, que asegura que todo lo que traen está basado en piezas arqueológicas documentadas, en escritos o en dibujos. «Sabemos cómo era y qué hacía cada grupo social y cada unidad militar. Tenemos datados hasta los mangos de las espadas para saber de qué fecha a qué fecha se llevaban», insiste el miembro de este grupo que, desde luego, logra captar la atención de los asistentes. También de los niños, que miran cada detalle absortos.
A algunos, el rigor se lo da la afición cultivada hasta la extenuación; a otros, la formación como arqueólogos o historiadores: «Nos une el interés por todo esto, en particular por Roma«, subraya Recio. A Zamora han viajado algo más de diez miembros de la Sociedad Ibérica de Arqueología, pero el número varía en función de la cita. En lo que va de verano, ya han tenido «cinco o seis» bolos de estas características.
La descripción del soldado
De vuelta a la escena inicial, los más pequeños observan sentados con las piernas cruzadas mientras el hombre vestido de soldado continúa con la explicación: «Uno es arquero, los otros son de infantería y yo llevo este gorro distintivo», enumera el participante antes de pasar a definir la espada «de doble hoja» que porta uno de los figurantes. Previamente, en los puestos, los asistentes también han aprendido cómo se curaban ciertas enfermedades en la época o qué clase de alimentos eran los más comunes.
A solo unos metros del entorno, la gente pasea, va en bici, disfruta de un tiempo amable y gira la cabeza extrañado al ver el aspecto de quienes han montado la recreación. Dentro, todos siguen metidos en el papel. Allí, en el bosque de Valorio, en su pequeña parcelita, un grupo de zamoranos ha viajado en el tiempo.