La estampa llama la atención de cualquiera, tanto en La Hermandad como en la sede del Ayuntamiento de Sanzoles. En las dos estancias se acumulan decenas de máquinas de coser, algunas del siglo XIX, otras adquiridas a lo largo del XX. Todas pertenecen al legado que dejó un hombre llamado Sebastián Quintanilla, que comenzó a interesarse por estos aparatos a raíz de la muerte de su madre y de la herencia de una máquina marca Alfa que le abrió el camino hacia el aprendizaje y la compra casi compulsiva de este tipo de artefactos.
Sebastián llegó a acumular más de 300 máquinas y, tras su muerte, ese patrimonio pasó a manos de su hija Lierni. Ahora bien, no está claro que este hombre, nacido en el País Vasco, llegara a pisar Sanzoles en algún momento de su vida. Entonces, ¿cómo han acabado todas las máquinas en este pueblo zamorano? En realidad, por una sucesión de acontecimientos o de casualidades que se resumen en que el sueño del coleccionista era que los aparatos terminaran expuestos en un museo de esta provincia. Y su hija tiene entre ceja y ceja que ha de cumplirle el deseo.
La vinculación de Sebastián Quintanilla con la provincia con Zamora comenzó cuando este vasco desembarcó en la ciudad, siendo aún un niño, para estudiar en la Universidad Laboral. Aquella relación iniciada entonces no se rompió jamás, y la querencia llevó a este hombre guipuzcoano a buscar asiento en la provincia, ya en su edad adulta, y a seguir cultivando su afición por las máquinas de coser desde aquí. De hecho, a su muerte, en 2022, los aparatos se hallaban en un almacén de la capital.
En esas se vio Lierni Quintanilla, con la constancia del deseo de su padre, en una tierra que no es la suya y sin saber por dónde empezar para tratar de trasladar las máquinas de coser a un espacio visitable. Tras un tiempo de reflexión, y a través de varios contactos, la mujer llegó a las instituciones principales, y de ahí fue derivada a algunos alcaldes que podrían tener interés en la colección. Así pudo contactar la heredera con con dirigentes municipales como el de Carbajales de Alba, dispuestos a quedarse una pequeña parte del legado. Pero faltaba el grueso, y ahí apareció Celia García.
La alcaldesa de Sanzoles escuchó a Lierni, vio las máquinas de coser y decidió que aquello tenía que estar en su pueblo. El problema era, y sigue siendo, dónde ubicarlas. De momento, en la semana cultural, los citados espacios de La Hermandad y del Ayuntamiento sirven como hogar provisional para la muestra. Serán casi veinte días de exposición de siete a nueve de la tarde para los vecinos y las visitas, con la propia alcaldesa como una de las encargadas de enseñar lo que un día la cautivó.
Una reforma pendiente
De cara al futuro, la idea es reformar el primero de los edificios, que dispone de más estancias, para darle cabida a toda la colección, pero de momento tan solo se puede mostrar en torno a un 20% de lo que dejó Sebastián Quintanilla. Eso sí, esa selección permite que todo sean joyas. Los vecinos y los visitantes se acercan, leen los carteles con los datos, observan los libros originales con los patrones y señalan las más antiguas o las más llamativas. Entre ellas, las Mercedes copan gran parte de las miradas. Por la marca y por la estética.
En la parte de la colección de máquinas de coser ubicada en La Hermandad, también llama la atención la combinación de estos aparatos con las sillas de autor que se expusieron en su día y que el dueño dejó sin recoger en el pueblo. Cosas que suceden en Sanzoles. Pero lo cierto es que la unión de ambas muestras dota de un aire particular a un lugar al que le faltan muchas comodidades, pero que se antoja como el futuro recinto cultural de la localidad, si se cumplen los planes de la alcaldesa.
La propia Celia García admite que, en estos días, está aprendiendo a marchas forzadas sobre las máquinas de coser. En buena parte, gracias a los comentarios de las propias vecinas del pueblo que han alcanzado el grado de expertas en base a años y años de práctica. Entre eso y la historia que le contó Lierni, la regidora ha construido una especie de guía para dar información a los visitantes. Así será hasta el cierre, previsto el 8 de septiembre.
A partir de ahí, las máquinas de coser de Sebastián dejarán de ser visibles hasta nueva orden. Mientras, Celia, Lierni y todos los que se han empeñado en ayudar a la hija del coleccionista en este empeño seguirán empujando para que, un día, las Singer, las Alfa, las Wertheim o las Mercedes de distintos tamaños tengan un hogar definitivo. Por ahora, se tienen que conformar con este primer hueco.