Empezó el encierro en Fermoselle puntual, a las once de la mañana, como estaba programado. Discurrió rápido, pues los novillos de Andrés Celestino tardaron alrededor de tres minutos en recorrer la distancia que hay desde los corrales de San Albín hasta la Plaza Mayor. Y ahí se enredó el tema hasta las 11.20, primero porque el respetable no quería que los toros se metieran tan rápido en los corrales y después porque algunos animales se negaron a entrar. Cosas que pasan.
Los novillos han dejado momentos de emoción en la plaza de Fermoselle, hasta los topes como siempre, impresionante para el espectador neófito. Con un calor de justicia en toda la plaza, porque no hay ni un metro cuadrado de sombra, los mozos citaban a los toros siendo tres animales (los errados con los números 10, 16 y 17) los que han protagonizado los momentos más intensos. Hay que ver cómo se nota cuando los toros vienen de nuevas, qué diferencia con los pueblos en los que los astados ya saben lo que hay cuando salen del cajón.
Mención especial para los números 10 y para el citado 17. El primero ha protagonizado momentos de tensión al llegar los animales a la Plaza Mayor, arrancándose a por un grupo de jóvenes y rematando con energía contra las maderas de la talanquera. Un par de vueltas al ruedo han animado la mañana entre los asistentes.
Más peligro llevaba el 17, que se ha arrancado a por un hombre que intentaba cruzar la plaza de punta a punta y que ha acabado la mañana con un buen susto en el cuerpo. Solo un milagro le ha salvado de la cornada, aunque ha sido traslado al hospital por el golpe. Ha sido el principal susto de un encierro muy limpio.
Y lo dicho, que el toro no quería entrar. Pasaron a los corrales primero dos de sus hermanos, luego el tercero, y este seguía en la plaza. Los bueyes entraban y salían a por él pero ni por esas se animaba, y eso que los profesionales de la cosa se afanaban en hacerlo entrar cada uno con lo que tenía preparado, desde palos, capotes a varas de las usadas para recoger la aceituna (que por cierto ha acabado rota, así que tocará reponerla). Después de muchos intentos el toro entró, terminó el encierro, sonaron las palmas y apretó la música.
Mañana, a las diez, nuevo encierro, con el mismo recorrido pero una hora antes (a las diez de la mañana) y con toros de la ganadería de Carreros. Por la tarde, novillada. Y el lunes, más, con encierro a caballo y festival mixto sin picadores a la tarde. En Fermoselle ya se sabe. Por toros, que no sea.