A comienzos del año 2009, cuando todavía estaba por dimensionar la crisis económica que se había desencadenado a finales del verano anterior, el entonces presidente de la Diputación de Zamora, Fernando Martínez-Maíllo anunció que estaba negociando con el Ayuntamiento de la capital, en manos del Partido Popular, para impulsar la construcción de un pabellón deportivo con aforo para 3.000 personas en el futuro complejo de ocio de la Aldehuela.
Aquel proyecto ya contemplaba entonces la ejecución de un campo de golf con un hotel, la habilitación de otras instalaciones deportivas y la construcción de un aparcamiento para dar respuesta a la afluencia de personas que acudieran a disfrutar de estos servicios. El pabellón deportivo aparecía en ese momento como el colofón del complejo, en un momento en el que los equipos zamoranos vivían en una fase de expansión. Al menos, algunos de ellos.
No hay que olvidar que aquel 2009 fue el año del ascenso del FS Zamora a la máxima categoría del fútbol sala nacional. Los partidos del equipo dirigido por Miguel Ángel Hernández ofrecieron estampas de un Ángel Nieto lleno hasta la bandera en aquellas temporadas de gloria, igual que un par de años más tarde en CD Zamarat consiguió enganchar a la afición de la ciudad con el ascenso a Liga Femenina.
Desde esa óptica, el plan de la Diputación era dar respuesta al creciente empuje de los equipos zamoranos ajenos al fútbol 11 y construir, además, una instalación capaz de acoger competiciones internacionales. La estimación era que el pabellón podría costar en torno a cuatro millones de euros dentro de un complejo que demandaba una inversión superior a los veinte «kilos». Lo que ocurre es que nada de todo eso se llegó a hacer.
Una de las claves del proyecto, impulsado principalmente por Maíllo, era dar prioridad a la iniciativa privada y reducir a la mínima expresión el desembolso público en el proyecto. Ya en 2010, el propio presidente entonces de la Diputación reconocía que la crisis había hecho mella en la idea inicial y planteaba un fraccionamiento de las fases. Al final, todo terminó por decaer. Ni campo de golf, ni hotel, ni pabellón.
La propuesta de Gerardo Hernández
Toda esta historia viene al hilo del despertar de esa idea del pabellón nuevo por parte del presidente del CB Zamora, Gerardo Hernández, que aprovechó el marco de la presentación del patrocinio de Caja Rural para advertir sobre las limitaciones de asistencia que ofrece el Ángel Nieto, y que ahora «son un hándicap» importante para el club blanquiazul, igual que antes lo fueron para el fútbol sala y, en momentos puntuales, para el CD Zamarat o el Balonmano Zamora.
«Ahora tenemos 850 socios que ya han pagado su cuota», lo que ocupa de salida un porcentaje importante de la capacidad del pabellón. «Por ejemplo, Valladolid podría traer a mil personas a Zamora, pero a lo mejor llega el partido y solo podemos dar mil entradas. Necesitamos un pabellón que sea acorde a las circunstancias actuales, ya que tenemos uno de los más pequeños de la comunidad», apuntó Hernández de Luz.
Como telón de fondo de esa demanda, también existe una realidad: aunque ahora se vea muy lejos, el CB Zamora está a un solo paso de la Liga ACB. Si el crecimiento del club le permitiera plantarse a las puertas de la élite del baloncesto español, en ningún caso podría disputar sus encuentros en el Ángel Nieto. El aforo mínimo que exige la primera división es de 5.000 espectadores, más del doble de lo que ofrecen las instalaciones actuales de la ciudad.
De este modo, si de algún modo se pretendiera resucitar o replantear aquel proyecto aparcado hace casi quince años, los 3.000 se quedarían cortos. Ahora, tras su anuncio la semana pasada, es de esperar que Hernández de Luz haga el siguiente movimiento en busca de apoyos para que el pabellón sea esta vez una realidad y no una ilusión.