Hace un tiempo, Aitor Francos (Bilbao, 1986) se vio inmerso, casi de la noche a la mañana, en una crisis existencial. Su vida entró en una fase de oscuridad de esas que se ven lejanas, que resultan inapreciables en el horizonte de la vida cuando uno es joven, pero que, en ocasiones, irrumpen de repente, como un golpe seco, sin tiempo para asimilar lo que está ocurriendo: «Es algo como catártico y explosivo. Sin percatarte, te encuentras en otro estado de tu vida y pierdes esa inocencia que has mantenido durante años», explica este psiquiatra de profesión que decidió volcar esos sentimientos en la escritura.
De aquel túnel nació «Museo del Hombre», la obra que mereció el reconocimiento del jurado en la edición 2023 del Premio Internacional de Poesía León Felipe y que el propio autor presentó este viernes en Tábara, aprovechando el marco del acto en el que se falló también el galardón de este año: «No sé lo que se va a encontrar la gente que lo lea, pero yo dejé a un hombre en la oscuridad que intenta salir de ella y también sacar algo», aclara Francos.
En ese camino, los poemas «surgieron casi de una manera instintiva y terapéutica; fueron una especie de purga» para un hombre que se vio ante una tesitura de cambio de paradigma en su vida que no supo asimilar bien: «Fue fundamentalmente un cambio de vida. En un espacio corto de tiempo, nacieron mis hijos, murieron un montón de familiares cercanos y, a partir de ahí, tomé consciencia de un montón de cosas», admite el autor.
«De repente, eres tú el responsable de otras vidas y también de la tuya, pero de otra manera diferente», insiste Aitor Francos, que considera que este es, «quizá, el libro más personal» de todos los que ha escrito. Eso, a pesar de que «posiblemente sea el más hermético en el sentido del lenguaje». Lo que interesa está en el fondo, en el carácter «personal, sincero y auténtico de los versos».
Para el poeta vasco, el tono aspira a ser «esperanzador dentro de la desesperanza», más que «negro en el sentido de fúnebre». De hecho, uno de los mensajes que pretende trasladar tiene que ver con la importancia de apreciar la existencia y de «valorar la vida también en su tragedia». «Es un apéndice oscuro de un libro escrito anteriormente, pero que se va a publicar en septiembre», matiza Francos.
Desde su óptica personal, escribir «Museo del Hombre» resultó sanador, pero desde la perspectiva de la aceptación: «Lo que sucede, te gusta o no te gusta, pero se acepta», resalta el poeta, que no menciona directamente cuestiones como el nacimiento de los hijos, pero que hace perceptible «el cambio de estado» que él mismo experimenta.
La mirada del psiquiatra
Todo esto hay que enmarcarlo en el hecho de que Francos trabaja como psiquiatra, una circunstancia que, sin entrar en el tópico, permite elucubrar sobre una cierta capacidad diferente a la hora de mirar a la mente humana, aunque sea la propia. Él lo explica así: «Uno es psiquiatra como puede ser abogado. Hasta que no te toca a ti, no lo percibes de una manera directa», sostiene el autor.
Ahora bien, lo que le sucedió, su crisis, lo que cuenta en el libro cambió su forma de mirar a los pacientes: «No sé si se notará en el día a día, pero entiendo mejor a algunos que antes no entendía y quizá peor a otros que creía entender. Me coloco en otra etapa de la vida y culpabilizo y castigo menos determinadas actitudes que antes pensaba que había que corregir. Me he percatado de que hay asuntos en los que no tengo que intervenir tanto», analiza Francos.
En esta nueva etapa de su vida, el autor, la persona que tratará de comprender quien lea su obra, realiza un viaje emocional y de comprensión de la existencia. En el siguiente paso, también confía en emprender una mudanza física: «Vivo en Madrid, pero espero volver a Bilbao no dentro de mucho», zanja el ganador 2023 del premio de poesía León Felipe.