– ¡Hay que echarlo todo!
– ¡Aquí las bandejas vacías!
– ¡Leed la receta si se os olvida algún paso!
A la entrada de Villavendimio se está cocinando algo, y no es la cabeza de nadie, a pesar del calor y de la posible resaca de alguno tras la charanga traicionera de la noche anterior. El pueblo está en fiestas, pero pasadas las doce de la mañana toca hacer un alto en los bailes y meter las manos en la masa. La cita tiene lugar en el paraje conocido como La Alameda, y la disposición y la estética de la gente no ofrece lugar a dudas si uno está familiarizado con los programas de cocina más famosos de la televisión.
Efectivamente, aquí todo es como en MasterChef, pero con cuatro equipos en los que se mezclan niños y adultos. Los grupos se distinguen por colores: naranja, azul, verde y rojo, y todos actúan protegidos por una pérgola. Recuerden lo del calor. Desde el centro, el encargado de organizarlo todo, David Gómez, va dando las instrucciones debidas, aunque las gentes de Villavendimio ya tienen una cierta experiencia del año pasado. Minichef, como se llama la actividad, se hizo también en 2023 y el éxito ha traído la repetición.
«Se hace para los niños, pero con el apoyo de los padres, porque algunos son muy pequeñitos», señalan Merche y María Jesús Noriega, dos vecinas del pueblo que se han puesto el delantal y el gorro para acompañar a los pequeños en el cocinado: «Hacen varios platos. Este primero es una receta de trufas con galletas de Oreo», explican las mujeres, que destacan la abundante presencia infantil. «Pocos o ninguno viven aquí, son hijos y nietos de», matizan. Lo normal en el agosto zamorano.
Las dos hermanas subrayan que esto tiene un enorme componente lúdico, pero advierte de que los niños se lo toman en serio. Lo de cocinar y lo de fregar después. Y lo cierto es que ese afán por hacerlo bien se nota en el ambiente, en las preguntas, en los gestos, en la concentración. Los pequeños están verdaderamente metidos en el papel, y eso ya justifica todo el montaje.
Platos adaptados
Desde la organización, David Gómez profundiza un poco en la dinámica: «Aquí pueden participar hasta cuarenta personas en cuatro equipos identificados por colores. Tienen que hacer siete recetas y pasar pruebas, retos y demás. Los platos están adaptados a ellos, porque son cosas como sushi de gominola, tartaletas de chocolate o brochetas de fruta», insiste el impulsor de la actividad.
Ahora bien, para triunfar hace falta «el emplatado perfecto en el tiempo que tengan», matiza Gómez antes de regresar a la faena, y es que aunque parezca una organización sencilla, esto también tiene lo suyo. Sobre todo porque la empresa de este hombre de Pozoantiguo se irá de Villavendimio hacia otras latitudes para continuar con un agosto frenético, lo que toca para hacer caja cuando la provincia lo permite.
«Además, yo soy animador, no chef», sonríe David Gómez, antes de volver al centro de la escena y de captar la atención de esos hijos de Villavendimio que, antes de irse a por la paella con sus familias, mantienen el objetivo de presentar el mejor plato. Quizá, luego podrán presumir de ello con sus amigos de Madrid.