En Santa Cruz de los Cuérragos hace años que no se entierra. Cementerio hay, pero ya no está habilitado para más fallecidos. Como para tantas otras cosas, uno tiene que buscar el destino final en otro lado. Tampoco hay bar, tienda o médico: «La Sanidad en general es un desastre. De atención primaria, solo tenemos una hora a la semana en Sagallos, que está a veinte kilómetros, y si no en Mombuey, que está a cuarenta. Sigues teniendo el 112, pero en ese sentido fatal».
Quien habla es un vecino que responde a las iniciales F. V.. Él mismo dice que no suele hablar, pero esta vez se anima, aunque sea sin nombre completo ni fotos. Lo hace para explicar la realidad de un sitio particular. Si uno busca en Internet «Pueblos bonitos de la provincia de Zamora», este suele aparecer en todas las listas. La gente lo visita, se hace algunas fotos en los rincones más curiosos y luego las postea en redes. Las comparte cuando sale, eso sí, porque dentro lo de la cobertura es más difícil. Hay postales, pero también abandono institucional.
Desde 2008, Santa Cruz de los Cuérragos es, además, una localidad declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Etnográfico: «El pueblo es muy curioso y se conserva como los tradicionales», aclara F. V., que se refiere a las construcciones en piedra y a la propia calle que baja por el pueblo, la que lleva del aparcamiento en la zona alta al entorno de los castaños y del cementerio que ya no recibe más vecinos.
Con estos ingredientes, en Santa Cruz de los Cuérragos no hay bar, tienda o médico, pero sí algunos turistas: «Hay temporadas en las que viene gente y esto se pone un poco cargado», admite el vecino, que tiene una de las «tres o cuatro» casas abiertas durante todo el año: «Lo que pasa es que no hay restaurantes ni otros servicios de ese tipo, y algunos no los queremos, porque si no esto se turistiza», recalca F. V, antes de matizar: «Todos somos turistas, pero yo, si vivo aquí, es porque me gusta así».
Este habitante de Santa Cruz de los Cuérragos, un rincón perteneciente al municipio de Manzanal de Arriba y casi en la frontera con Portugal, no nació en el pueblo, pero lleva 25 años en él. Una familia que reside durante el tiempo cálido en la parte superior a su casa le señala como el hombre capaz de radiografiar la realidad de un lugar donde la gente que tiene vivienda, «siete u ocho», está rehabilitando ciertas zonas «con su esfuerzo».
Son las familias las que «limpian, mantienen los prados y cuidan los castañales». Lo hacen «sin que Patrimonio haya invertido un euro desde la declaración BIC» y con el ánimo de «conservar el pueblo para que no se transforme mucho». «Yo aquí no veo intervenciones. Lo único que recibes por el Conjunto Etnográfico es turismo, que quizá es lo que menos quieres», insiste F. V.. En la localidad ahora hay un par de alojamientos completos para pasar unos días, pero nada más.
Artesanía o ganadería, no restaurantes
El vecino indica que «cada uno tiene su punto de vista» con este asunto, pero incide en una visión que comparte con algún otro paisano de la zona: «En el momento en el que venga alguno a montar restaurantes, proyectos e historias se acabó. Este pueblo lo que necesita es gente que se integre con negocios de artesanía o de ganadería. Si no, corre el riesgo de convertirse en un lugar de turistas», abunda F. V., que lamenta también la información que proporcionan algunas oficinas, que hablan de Santa Cruz de los Cuérragos como «un pueblo deshabitado».
No lo es. Aquí todavía queda gente, aunque cuando le llegue la hora tenga que marchar a otros lados y a pesar de que carencias como la ausencia de cobertura hagan pensar a muchos que esto ya no existe: «Lo que tenemos son dos panaderos, que vienen martes y jueves. Luego, viene uno de los congelados una vez a la semana y nada más. Lo bueno es que aquí cuentas con una huerta que te permite ser más o menos autosuficiente», repasa F. V. antes de despedirse y de seguir con sus quehaceres. Fuera de su casa, la tranquilidad impera.