Hace calor. El hecho, empíricamente constatable, no deja de ser lo común en este tiempo. Pero es que hace mucho calor. En cada uno de los últimos cuatro días, Zamora ha rebasado la barrera de los 38 grados y el miércoles bordeó los 40. Poca broma. Si usted es de esas personas que está padeciendo la escalada de temperaturas sometido a su impacto a causa del trabajo, quizá no quiera seguir leyendo, porque aquí se va a hablar de playas. De playas, de cañas y de montados, lo que ofrecen en sus oasis particulares las zonas de baño más optimizadas de la provincia.
Claro que aquí no hay mar, eso hay que buscarlo en otras latitudes, pero hay un lago de cierta entidad en Sanabria – quizá si es de aquí haya oído hablar de él – y un buen puñado de playas fluviales donde remojarse para dominar la temperatura corporal. Basta con citar las de Mózar, Burganes o Ricobayo, y con profundizar en otra: la de Cional, entre el pueblo que le da nombre y Villardeciervos. En este lugar, como en alguno de los anteriormente citados, hay agua, sitio para las toallas… y chiringuito.
Al frente del negocio hostelero se sitúa una mujer llamada María Remedios Fernández, y a la hora de la visita ella misma está sola tras la barra: «Luego viene un camarero y mi marido también se pasa», aclara, para dar a entender que no va a empujar en solitario con todo. Y menos ahora que lo duro asoma. La pequeña charla tiene lugar el miércoles, justo cuando el calor más aprieta. En su local, los clientes combaten la asfixia con cerveza helada; abajo, varios chavales juegan al fútbol de la única forma que se puede a esas horas sin poner la vida en riesgo: dentro del agua.
Lo cierto es que, al menos en el rato del vermú, en este entorno de Cional hay ambiente. Tanto arriba en el chiringuito como abajo en la playa: «Ahora empieza a haber», aclara María Remedios, que ya tiene algo de experiencia desde la garita de su local de hostelería. «Hasta estas fechas, la gente no viene. Será porque no está de vacaciones, y no es que haya sido este año, siempre es así. Aquí, todo es agosto», explica la mujer.
Lo que ocurre en este 2024 en particular es que la semana de aproximación, cuando ya empezaba a notarse más jaleo por la zona, ha coincidido con la ya citada ola de calor, que está sirviendo como puente hacia agosto para las playas y para los negocios. No es que haya más gente que en otras temporadas, es que hay más ánimo por ir en busca del refresco. Y los chiringuitos lo notan y lo agradecen. Sobre todo, porque las suyas son campañas cortas y toda ganancia extra conviene.
Cuatro meses de apertura
María Remedios Fernández abre el suyo en Cional durante aproximadamente cuatro meses, desde junio hasta septiembre: «Pero en el primero y en el último se está aquí por estar», advierte. Tanto ella como su familia tienen ganado y con ello funcionan el resto del año. Esto es para complementar. Y para compaginar, claro, la faena no se detiene.
«Aquí, damos platos combinados, pinchos y montados. Básicamente, viene la gente que está en la playa», señala la mujer, antes de marcharse a atender otra mesa. Probablemente, dentro de un par de semanas, será más difícil tener una charla tranquila con ella. Agosto está a las puertas y, de la mano del calor, los chiringuitos como el suyo entrarán en una vorágine de trabajo cuya caja ha de compensar los ratos muertos que pasaron y que vendrán tras la barra.