«Yo tengo algo y, de repente, lo pierdo porque se registra un fuego a muchos kilómetros de mi pueblo y llega hasta aquí». A Javier Fernández Vega aún se le nota la estupefacción cuando habla de lo que ocurrió durante las horas siguientes a la declaración del incendio forestal de Losacio, el 17 de julio del año 2022. Este vecino de Pumarejo de Tera jamás pensó que vería un fuego lo suficientemente descontrolado como para recorrer los casi 40 kilómetros que separan el origen del desastre y su localidad de toda la vida. Pero sucedió. Y, para colmo, las llamas se llevaron por delante la caseta de su bodega.
Ese bien, que sigue en proceso de reconstrucción dos años después, se encuentra en la parte alta del pueblo de Pumarejo de Tera, ligeramente apartado de las viviendas, pero lo suficientemente cerca como para ir cómodamente a pie. Es decir, que en el momento del incendio, más allá de lo que pudiera ocurrir con la caseta, el miedo en el pueblo era que las llamas alcanzaran las zonas habitadas. Aún así, para Javier, la destrucción casi total de esta edificación supuso un daño importante.
En esta caseta de bodega, el vecino que vive a caballo entre Salamanca y Pumarejo se dedicaba al pisado de la uva y guardaba allí el producto para la primera fermentación. Desde que el fuego arrasó la instalación, no ha vuelto a hacer vino: «La bodega por abajo quedó intacta, pero hace demasiado frío allí para esa primera parte del proceso, así que ahora, sin caseta, lo que hago es vender la uva directamente», explica Javier.
En paralelo, el zamorano está reconstruyendo como puede la caseta, pero «sin contratar a nadie» y sin ayuda institucional de ningún tipo. En su momento, Javier Fernández solicitó apoyo a la Junta de Castilla y León, pero nadie ha contactado con él «ni para preguntar ni para hacer una triste foto», según asegura el afectado. «Y yo pagaba IBI por esto, no era una cosa que no estuviese identificada», advierte el vecino de Pumarejo, que en su día tuvo la esperanza de obtener un respaldo económico. Ya ha perdido la fe.
Ese optimismo inicial tenía que ver con el hecho de que, en su momento, tras los incendios, le avisaron de la posibilidad de solicitar esa ayuda para reconstruir los bienes afectados por el incendio. «Entregamos una documentación en Ferreras de Abajo, e incluso tuve que demostrar que aquello no era una vivienda, sino una caseta de bodega. Además, expliqué los daños que se habían causado, que se trataba de una finca privada y, básicamente, que aquello ardió por completo», añade Javier.
Unos 13.000 euros de pérdidas
Su caseta se vio penalizada durante el incendio por tratarse de una construcción con partes importantes de madera barnizada. Cuando las llamas llegaron, hubo poco que hacer. Javier estima que las pérdidas rondan los 13.000 euros. «Reclamé, pero no hay respuesta. Yo no sé si el incendio fue provocado o no, no me voy a meter en eso, pero tú te levantas por la mañana con un bien y por la noche no lo tienes», resume el afectado.
Javier comprende el carácter catastrófico del incendio, pero lo que no admite es que nadie «diga nada ni haga nada» una vez realizada la reclamación. «Yo soy de la zona, mi familia y la de mi mujer también. Aquí he pasado mi infancia», advierte el vecino de Pumarejo, que todavía ahora pide una reacción mientras avanza lentamente en la reconstrucción de la caseta para poder hacer vino de nuevo.