«Qué cara de vicepresidente se le está quedando a Juan García Gallardo».
La frase la pronunció Santiago Abascal en febrero de 2022, horas después de que cerraran las urnas en la última cita electoral que los castellanoleoneses han tenido para elegir al Gobierno de la Junta. El pronóstico se concretó semanas después, cuando Mañueco dio a Vox exactamente lo mismo que, tres años antes, había concedido a Ciudadanos: la presidencia de las Cortes, la vicepresidencia de la Junta y tres consejerías más, que en este caso fueron Industria, Agricultura y Cultura. Se formó ahí el primer gobierno de coalición PP-Vox de los registrados en España, un Gobierno en el que García Gallardo siempre ha estado interesado en marcar distancias.
Al vicepresidente, que no tenía competencias de gestión, se le conocen más polémicas que propuestas. Sus declaraciones públicas han provocado tensión en el Consejo de Gobierno en más de una ocasión. Quizás el choque más evidente fue el protocolo anti aborto presentado por el propio vicepresidente, que incluía la polémica medida de que las mujeres tuvieran que escuchar el latido del feto antes de decidir interrumpir su embarazo. Propuesta polémica desde su mismo anuncio que propició un incendio en el seno del Gobierno, con el propio presidente matizando (casi anulando) lo anunciado antes por su número dos.
Pero ha habido más. En realidad, mucho más. Se le recuerdan los insultos a Francisco Igea en las Cortes (donde seguirá, como portavoz de Vox) o cuando se refirió a Noelia Frutos, procuradora con discapacidad del PSOE, afirmando que «la voy a responder como si fuera una persona como las demás». También participó con un grupo que entonaba cánticos racistas frente a la sede del PSOE en Valladolid, y se desplazó varias veces a Madrid para participar en las concentraciones en Ferraz como protesta por la aprobación de la Ley de Amnistía. Sin competencias atribuidas en la Junta, el perfil de García Gallardo ha sido básicamente ideológico.
En Zamora se le recuerdan varias polémicas. La más sonada, el famoso concierto para recuperar una Sierra de la Culebra asolada por los incendios. Iban a actuar en la zona Fangoria, Marlon y Fonsi Nieto. Nadie se explicaba cómo podría un concierto ayudar a revitalizar la zona asolada, máxime cuando se conoció que la recaudación no iría destinada a ello y que los grupos, lejos de venir de forma gratuita, cobraban un buen caché. «La solidaridad reside en que los vecinos de los pueblos afectados van a poder acceder gratuitamente», aseguraba Juan García Gallardo.
Los grupos contratados fueron poco a poco bajándose del barco. Fangoria, los últimos en decir que no iban a participar, aseguraron que no habían sido informados del último fin de un concierto que nunca fue visto con buenos ojos en la zona. Los vecinos, de hecho, contraprogramaron rápidamente una fiesta cultural contra una propuesta que consideraban «una tomadura de pelo». Cabe recordar que, después de los incendios, el exvicepresidente fue a La Culebra. Lo hizo, eso sí, sin convocar a los medios y dejando como único testigo unas fotos en sus redes sociales.
«Las mujeres, dadoras de vida»
Otra de sus intervenciones sonadas en Zamora fue cuando culpó del «invierno demográfico» a la «hipersexualización de la sociedad». «Cuando se olvida que la finalidad principal del sexo es la procreación, hay personas que se liberan de las cadenas que supone la familia y el matrimonio para dedicar su existencia a satisfacer sus deseos sexuales», insistió.
Entre otras causas que considera influyentes en el problema de la despoblación, el entonces vicepresidente se refirió también a la «infantilización de la sociedad, con eternos adolescentes y hombres y mujeres caprichosos que no quieren asumir las cargas implícitas e inmediatas que supone tener un hijo».