Es viernes 28 de junio por la tarde, las casetas aún están entreabiertas a la espera de la llegada del grueso de la gente y algunos de los hosteleros van preparando el pan, la comida y la plancha para comenzar con el tiempo de actividad frenética. La feria de día empezó hace ya más de una semana y el cansancio se nota en los ojos, en los gestos y en la voz, pero quedan un par de días grandes y conviene apretar. Carlos Prieto, responsable del Universal, admite que al menos el esfuerzo está compensando: «La cosa ha funcionado bien».
Y eso que muchas de las miradas que dirigen los responsables de las casetas hacia el exterior van orientadas al cielo. Las tormentas y la borrasca han frustrado un par de ratos de buena caja, pero esa «es una cuestión de azar», como constata el propio Prieto, que pone el foco en lo que se puede prever, y ahí incluye la organización de espectáculos en las plazas, la facilidad de contar con los datáfonos que les ha prestado la Caja Rural o la comodidad de que la tramitación del puesto se haya filtrado esta vez a través de la nueva empresa organizadora.
Prieto, que es un veterano de esto, señala que en ediciones anteriores de San Pedro montar la caseta no era solo enfrentarse a diez días de trabajo duro, también implicaba mucha burocracia, llamadas, preocupaciones y estrés. Ahora, «pagas y punto». En su caso, la tarifa más barata de las dos, pues el Ayuntamiento organizaba más conciertos y festejos en la plaza de la Constitución que en la de Castilla y León, y eso se entendía como una ventaja para el otro espacio: «Creo que lo de este año es un punto de partida, porque veníamos de la nada», remarca el responsable del Universal.
En realidad, la feria de día ha contado este año con un número de casetas similar al de los años anteriores, al pasar solamente de ocho a nueve, pero algunas de las personas implicadas en la organización apuntan que lo que se ha conseguido es frenar la tendencia que conducía a la feria de día a una desaparición a corto plazo. Según estas mismas fuentes, ya hay hosteleros que se han interesado para 2025 y quienes han estado en esta ocasión han salido satisfechos con el modelo y con la caja.
Desde la plaza de la Constitución, Ana Karen Crespo concede que la feria «ha funcionado bien», más allá de las lluvias puntuales y, sobre todo, del corte de luz que les dejó durante más de una hora fuera de juego en uno de los días de tormenta. Más allá de eso, el primer año para el Chiringuito Los Enanos en las casetas arroja un saldo positivo: «Lo mejor de todo, el karaoke», apunta divertida la mujer.
Ignacio Gómez-Salazar, que tiene la caseta contigua, desconoce si su compañera habla en serio, pero subraya por si acaso que a él el karaoke le ha «mareado». Otra cosa es lo que ha supuesto a nivel económico. «Hemos tenido la plaza animada toda la semana y este viernes, por ejemplo, hemos trabajado muy bien», indica el joven responsable del puesto, que ha aprendido una lección de cara a futuras ediciones: no se pondrá en la zona donde pega más el sol.
Éxito y margen de mejora
En cuanto al balance inicial ofrecido por el rostro visible de la organización, Luis Martín, la palabra «éxito» destaca entre los matices que hablan de «una climatología que ha hecho daño un par de días». Aún así, el responsable de la feria estima que «el nuevo modelo ha sido aceptado por los participantes y por los clientes», que a su juicio han agradecido la homogeneidad en los precios y en el funcionamiento de las casetas.
«Somos conscientes de que el modelo aún se puede mejorar más, pero este año nos ha valido como prueba piloto para poder cambiar la feria y dar un mejor servicio a participantes y usuarios», zanja Luis Martín.