Los ajeros vocean, atienden y despachan en las Tres Cruces desde este viernes por la mañana con un ojo en el cielo. La feria ha arrancado sin contratiempos, pero los que saben auguran tormenta, así que los productores observan el panorama por si el trueno se aproxima. La incertidumbre es la parte mala del día. La buena reside en el hecho de que la gente de la ciudad y de los pueblos también le teme al panorama, así que ha madrugado para ir a por las ristras por si acaso. Las compras han sido más animadas en las primeras horas que otros años.
Asó lo explica Ana Rosa Jiménez, una de las vendedoras que se ha instalado este viernes y que estará hasta mañana sábado en las Tres Cruces para participar en la Feria del Ajo, una de las citas ineludibles de San Pedro. «Se nota mucha gente desde que acabamos de descargar», asegura esta productora de Villabuena del Puente, que trae a la ciudad «ajo morado y ajo blanco de distintos tamaños» para tratar de colocar lo máximo posible en esta cita. Para muchos, lo que ocurra en estos dos días con las ventas marca la campaña.
Jiménez y su familia se han plantado en las Tres Cruces con 5.000 hilos aproximadamente, así que tendrán que trabajarse las ventas durante las dos jornadas para marchar con la furgoneta vacía, como es su intención y la de todos los compañeros que se plantan anualmente en esta feria. En 2024 son 85, así que la muestra resiste, a pesar de los envites causados por la despoblación y la falta de relevo generacional. Ana Rosa también es de las que mira el tiempo, aunque sabe que eso no depende de ella: «A ver si vamos pasando», zanja.
En la hilera de puestos que hay enfrente, Rosana Campo ayuda a su padre Antonio Luis en una tarea tradicional para su familia. El abuelo ya venía a las Tres Cruces cuando tocaban las fiestas de San Pedro, así que esta es una cita ineludible para esta casta de El Maderal: «La cosecha ha sido buena para nosotros, aunque en la zona hubo gente a la que se le estropearon los ajos con el granizo que cayó», subraya Rosana, que se refiere a la piedra que también golpeó a la capital hace un par de meses.
Tras librar ese envite, los Campo se encuentran en la feria conscientes de que «casi todo se vende aquí». Por eso se afanan en atraer a la gente, dan sus explicaciones y, si alguien viene de Salamanca, le recuerdan que son casi vecinos, para sumar a la calidad del producto una cierta afinidad personal que decante la balanza a favor de su negocio.
El apoyo institucional
Mientras los ajeros despachan, los políticos cortan la cinta inaugural de la feria y pasean por la calle acompañados por una música folklórica que enriquece el ambiente: «Esta es una cita imprescindible en San Pedro«, recuerda el alcalde de la ciudad, Francisco Guarido, que reivindica «la unión entre la capital y la provincia», consciente de que en el haber de las instituciones está la necesidad de «apoyar que haya un relevo generacional».
En la parte de los patrocinadores, como siempre en las ediciones modernas, está Caja Rural, cuyo presidente, Nicanor Santos, recuerda que los zamoranos vienen a las Tres Cruces a «comprar los ajos para todo el año». De ahí la relevancia de esta cita y las estampas de una calle llena para no perder la vez por si luego el tiempo no acompaña. Con esto no se juega.