“Si algún día los arqueólogos excavan en Zamora, se preguntarán por qué la gente tenía tantos cacharros de barro en casa. Realmente es curioso. Yo no tengo una explicación, pero pasa. El público de Zamora es posiblemente el mejor de España en este tipo de ferias”. Lo dice Victor Santillán, cántabro, alfarero, uno de los artesanos foráneos que durante estos días participan en la LII Feria de la Cerámica y la Alfarería Popular.
Como sucede con muchas de las cosas de la vida, y más en Zamora que en otros sitios, es la gente de fuera la que mejor valora lo que hay. Si en los artesanos locales el sentimiento generalizado es de pesimismo, pues la feria no es lo que era (y eso es cierto) lo foráneos remarcan que Zamora sigue siendo una plaza puntera.
Opina lo mismo Francisco Moreno, que ha llegado de Talavera de la Reina y echará unos días vendiendo cacharros a los pies de la estatua de Viriato. “Zamora tiene mucha sensibilidad con esta feria, forma parte del alma de las fiestas”. Roque Martínez, de Agost (Alicante) va por la misma línea: “Es la única feria a la que voy en España. Para mí, es la mejor de las que quedan”.
¿Qué le pasa, entonces, a la Feria de la Cerámica y la Alfarería de Zamora? Es reflejo, dicen los artesanos, de lo que sucede con un sector que acusa una grave falta de relevo generacional. “Cuando tuvo que darse, la cosa estaba muy mal, y todos cogimos a nuestros hijos y los mandamos a estudiar y a buscarse la vida. Este es un oficio que siempre ha pasado de padres a hijos, pero ahora no hay ese relevo”, asegura Santillán.
Francisco Moreno pide ayudas al sector para que “los hijos puedan seguir con los negocios de sus padres” como se hace, dice, “en otras artes”. “Es cierto que es un negocio complicado, por eso nos gusta ir a sitios donde hay sensibilidad con la cerámica, como aquí. En muchos sitios nos han cambiado por los típicos mercados medievales que siempre son iguales. Aquí no”.
Los artesanos hablan también de un cambio de hábitos del consumo en el público, que afecta de forma importante a la salud del sector. Lo notan más en la cerámica. Roque Martínez ve pasar por su puesto “a mucha gente que se para, lo mira pero luego no lo compra. Porque no puede, o porque no quieren gastarse tanto dinero en estas cosas”.
En la alfarería se nota menos el cambio, pero también está ahí. “La gente cocina de otra manera, decora de otra manera… Todo influye. Pero lo que te digo, en Zamora se sigue comprando mucho”, concluye Victor Santillán.