Israel Fernández (Corral de Almaguer, 1989) lleva el flamenco incorporado. Cada paso que da desde que era un niño va acompañado de la música que aprendió en casa, donde la voz de su abuela Petra y la pasión del resto de su familia estimularon su talento. Considerado como uno de los grandes cantaores del panorama, y nominado a un Latin Grammy en 2021, Fernández acaba de estrenar su propia versión de La Leyenda del Tiempo. Palabras mayores. Su música sonará el viernes en la primera jornada de la quincuagésimo segunda edición del Festival de Flamenco de Zamora, organizada este año por el Teatro Principal.
– La etiqueta de «la nueva voz del flamenco» le acompaña en los últimos años en cada entrevista o en cada análisis. ¿Le genera presión?
– Es una cosa bonita. Siempre un halago a un artista le hace andar con más ilusión. Pero realmente creo que muchos somos la nueva voz del flamenco. Vamos en el mismo barco a llevar al flamenco al mejor puerto. Es verdad que esa etiqueta también me crea una responsabilidad, pero no es solo la frase. El público mismo, cada día en el escenario, es una responsabilidad nueva.
– Usted ha reconocido que se acuesta con unos cascos escuchando flamenco y se despierta también con ello. ¿Es la música una especie de túnel en el que está las 24 horas?
– Sí, el flamenco es una forma de vivir. Y ya no simplemente escuchando música, sino en la forma de hablar, en la forma de vestir, en la forma de querer o de enfadarse incluso. Creo que, para quien lo vive así, el flamenco está en todas partes. En la música es como más se disfruta y, en mi caso, donde yo me siento libre. Me expreso cantando.
– ¿Dónde encontró el flamenco por primera vez?
– En mi familia, en mi infancia. Mis tíos y mis abuelos, por parte de padre y de madre, siempre han escuchado mucho flamenco en la casa.
– Muchas veces ha citado en concreto a su abuela Petra. ¿Cómo fragua esa mezcla entre las referencias más amateurs con otras que también dice tener, como las de Camarón o Enrique Morente?
– Un artista da igual que se dedique o no. Uno nace artista y muere artista aunque no se dedique a ello y no sea conocido. Por ejemplo, mi abuela era una artista desde que nació y cantaba increíble, con un sentido del ritmo muy bonito, pero no se dedicó a cantar. Eso da igual. En mi caso, esto ha sido una cosa que Dios me ha dado y, sin pretensiones, aquí estoy. No sé hacer otra cosa.
– ¿Cuándo dio el paso desde el cante como afición a escribir sus propias canciones y el salto a lo profesional?
– Ese salto es una forma de vivir. Cuando vives, escribes. Cuando fui un poco más mayorcito, iba con amigos o tenía vivencias, empecé a escribir. Ahí me di cuenta de que, como escucho tantos cantes y tantas letras, había llegado un momento en el que conocía bastante la literatura flamenca, las letras populares. Y gracias a eso empecé con mi propia forma de contar.
– ¿Siempre se han mezclado su parte como artista y como aficionado al flamenco?
– Exactamente, correcto.
– Hay un eterno debate dentro del flamenco entre los puristas y los partidarios de la fusión. Usted ha citado en varias oportunidades que, más que en esa disyuntiva, todo debe de centrarse en el cante con alma. ¿Dónde está ese matiz?
– El primer matiz que veo es que el flamenco hay que respetarlo y saber de dónde viene. Una vez el artista sabe de dónde viene el flamenco, los cánones, la base y las raíces del cante, entonces ahí puede derivar hacia otro tipo de música. No tiene por qué perder pureza si se mete una batería o un bajo. Si se hace de verdad y sabiendo lo que hace uno, a partir de ahí entra la creatividad de cada artista.
– ¿Hay demasiado purista que no mira tanto el arte?
– Pero es que eso habla por sí solo. El que hace las cosas sin saber, se va a ver rápido. Aunque uno haga una soleá con guitarra y cante, si lo hace de mentira eso no tiene ninguna pureza. La pureza tiene que tener un sentido, un saber.
– En su infancia, en Castilla – La Mancha, ¿cómo se relacionaba con el flamenco? ¿Encontró muchas dificultades en una tierra con menos tradición que otras?
– Nada es fácil. El flamenco es un camino estrecho, porque hace falta tener un sentido de ritmo musical, una infancia también en la que hayas vivido esto desde chiquitito. Todo se puede mejorar y aprender, pero es verdad que el cante viene de nacimiento y después se mejora.
– ¿Su cambio de estatus a nivel económico le ha cambiado también en otras facetas y le ha afectado a la hora de escribir?
– No, eso no me ha cambiado absolutamente nada, porque sigo viviendo en el mismo sitio, con la misma gente. Lo que pasa es que viajo mucho y no estoy mucho en el pueblo, pero sigo siendo la misma persona. Está claro que para escribir hay que vivir, pero no tiene que ver la economía con eso.
– ¿No ha sentido que eso cambie su esencia?
– No, qué va. Si el dinero cambia esencia de una persona, entonces nunca tuvo esencia.
– Recientemente, ha estrenado una versión de La Leyenda del Tiempo. ¿Cómo ha encarado la posibilidad de interpretar un tema así?
– La verdad es que lo he hecho con todo el respeto. Es una colaboración que me propusieron y no pude decir que no. Es una canción que yo he escuchado mucho y que me vino. Ese tema de Lorca grabado por Camarón lo he hecho con mucho cariño.
– ¿Percibe que las nuevas generaciones están dentro de la obra de Lorca y de Camarón o cree que este tipo de versiones ayudan a conectar a la gente joven con ciertos artistas?
– Yo creo que las versiones, si se hacen de verdadero corazón, sirven para llegar a la juventud.
– ¿Cómo interpreta el momento actual del flamenco?
– Es un momento muy bonito, porque estamos abriendo puertas nuevas gracias a otros artistas de masas, como por ejemplo Rosalía. Ella, con el flamenco, ha dado un toque de atención a otra gente que no escuchaba. Y ahora con las redes sociales tenemos la ventaja de que podemos mostrar el flamenco en todos lados.
– ¿Se siente cómodo interactuando con la gente a través de las redes sociales?
– Sí. Es una bendición. Sabiendo respetar, es una cosa con la que llegas a mucha gente y eso es una maravilla.
– También se mantienen festivales como el de Zamora, que este año trae una propuesta innovadora, y no solo por su caso. ¿Hasta qué punto considera importante dar esos toques, esos cambios a las citas de toda la vida para tratar de llegar a más gente?
– Es muy importante. Y gracias a las peñas flamencas y a los festivales flamencos se da a conocer mucho más la música. De ahí nacen muchos artistas también. Tendría que haber más.