María Colino Pozo (Zamora, 2002) sonríe, canta y viceversa. Sin más aspiraciones, pero dispuesta a vivir lo que venga. A los 22 recién cumplidos, esta nueva voz de la música urbana, conocida por el sobrenombre de Copo, va dejando atrás sus propias reticencias para disfrutar de un sendero que transita en paralelo a los 980 Clockers y como parte de la familia de Colectivo 49. Superada la frontera de los primeros temas y la angustia del escenario, esta mujer estrena en el Instagram de Enfoque Diario de Zamora «Faldas de Vuelo», una canción con referencias familiares y vitales que viene del nido común de su música: «Compongo para evadirme».
– ¿Cómo se pasa de ser una persona en contacto con la música a querer exteriorizarlo? ¿Cuál es el clic?
– El clic básicamente han sido los 980. Ha sido una llamada de atención que llegó primero a través de Jose (Zkapie). Era mi amigo desde bien pequeña, coincidimos en una fiesta y me dijo: anímate, que llevas mucho tiempo queriendo meterte en este mundo. Me cogió por banda y nos fuimos al estudio. Todos estuvieron de acuerdo, lo cuadramos un día por la mañana después de una fiesta completamente caótica y empezamos a grabar «Brillar», que fue el tema que salió el verano pasado. Desde ese primer momento que me escuché en el estudio, y con personas alrededor encantadoras que me animaban a seguir, fui para adelante. No sé, poder decirle a mi madre lo que siento a través de la música, para mí es diferente.
– ¿Lo de componer ya venía de antes?
– Llevo escribiendo desde pequeña. Tengo millones, millones y millones de canciones escritas. Lo que pasa es que, en cierto modo, soy muy estricta conmigo misma. Y no porque sea muy buena, para nada. No considero que se pueda decir «¡guau!, esas letras tienen muchísimas parras, sabe mucho de historia…». No, pero realmente cuento todo sobre mi vida, lo resumo todo en mis canciones, el estado emocional que tengo. Lo que pasa es que, si no me gusta algo, no lo saco, porque siento que no me representa.
– ¿Eres sincera contigo misma al escribir?
– Súper sincera. Siempre es algo personal. No suelo dar muchas ideas sobre lo que cuento en los temas, pero la gente cercana a mí sí sabe el estado por el que he podido pasar.
– ¿Cómo es lo de abrirse de esa manera y que el mensaje luego pueda llegar a tanto a tu familia como a gente ajena?
– Creo que una persona tiene sus propias batallas. A la hora de salir al escenario, yo soy la persona más tímida que puedes encontrar pero, en lo que tiene que ver con los sentimientos, considero que son algo muy importante. No tengo miedo a expresarlos, y menos a la hora de cantar. Mi generación, en general, sí tiene mucho miedo a expresar lo que siente o a verse inferior por decir: «me encuentro mal o estoy en un estado emocional difícil». Yo he pasado por ciertos momentos de mi vida que me hacen considerarme una persona más empática y sin miedo a expresarme con mi familia o contigo ahora hablando. Pienso que, aunque siga esa vergüenza, hay que hacerlo.
– ¿Qué tal fue la primera vez en un escenario?
– Si te lo cuento… Hay cosas que no podría ni decirte (ríe). De los nervios que tenía me tuve que tomar un calmante. Quieras o no, también está la perspectiva de la otra persona. Yo hablo mucho de que, con la música, me gusta expresarme y solo me importa que me convenza a mí. Realmente, no quiero llegar a un público, no quiero llegar a nada más. Mi música es mía, no quiero monetizar ni nada. Me parece estupendo que le guste a la gente, me encantaría que fuera así, pero no va por ahí. Subirme al escenario y ver a la gente y los focos fue muy caótico, pero luego los 980 y el resto de la gente me arroparon.
– ¿Dónde fue?
– En La Cueva del Jazz, aquí en Zamora. Nos dieron la oportunidad, fue un conciertazo de todos, se llenó. Estaban mi hermana, mi familia, mis amigas; gente muy importante para mí, y dije: ¿por qué no? Vamos a tirar. Subes, te cuesta, te empiezan a dar ataques de ansiedad, piensas en dónde te estás metiendo, pero nada más.
– Aún así estamos aquí, cuando acabas de lanzar tu siguiente tema. Dices que no buscas repercusión. ¿Por qué sigues por ese camino?
– Es una montaña rusa, ¿no? Yo soy una persona que tira hacia adelante. Una vez que te quitas ese miedo… En realidad te lo dice cualquier psicólogo. Lo mejor es enfrentarte directamente a las cosas y seguir. Yo decidí hacerlo. Mi idea no es dedicarme a la música. Ojalá pudiera hacerlo, pero personalmente estoy muy contenta con mi humilde vida y creo que este nuevo tema representa un poco eso. Hablo mucho de mis abuelos, es algo que tengo ganas de que la gente escuche. Es algo muy diferente que jamás pensé que iba a sacar.
– ¿Qué cuentas en concreto?
– Este tema es algo tan personal como el abrazo de una abuela. Es un tema íntimo porque habla de la historia de mi familia. Habla de una época en la que estaban súper oprimidas las mujeres, de los límites que tenían y de unas personas que siempre estaban trabajando. Mi abuela y mi abuelo son el pilar de absolutamente todo, así que quería hacerles un homenaje. De algún modo, representa que hasta lo malo puede ser bonito a veces. Hay una frase sobre el amor entre ellos que menciona la rosa de cada domingo, y es porque mi abuelo a mi abuela siempre le regalaba esa flor cada semana, aun no pudiendo hacerlo. El tema cuenta mil problemas, pero queda ese punto. Se puede salir de lo malo.
– Hablas de la referencia de los 980 Clockers, un grupo formado únicamente por hombres en un tipo de música en el que generalmente vosotras sois minoría. ¿Por qué crees que ocurre esto?
– No sabría decirte si es por la seguridad. Creo que a una mujer se le mira mucho por el aspecto físico. No es el talento, porque es evidente que hay referentes femeninos, pero siempre hay algo: se viste así, es de esta manera…
– ¿Sientes que hay un espacio que cubrir o cosas que contar desde una voz femenina?
– Voy a hablar por mí: pienso que en el ámbito femenino quedan muchas cosas por contar, cosas que sacar. En Zamora, me encantaría ver a más mujeres que tienen algo que decir encima de un escenario. Y, más allá de mi ciudad, seguro que hay millones que tienen historias que sacar al exterior y que, por el motivo que sea, no pueden. Yo animo a todo el mundo a que no tenga vergüenza y a que no se deje juzgar.
– Entiendo que tú no tienes miedo de que te juzguen a ti.
– Yo eso ya lo he vivido bastante, la verdad. Que me juzguen está en mi día a día, es algo tan normal… Yo creo que todos nos equivocamos, pero nunca voy a intentar gustar a nadie. Voy siempre con esa perspectiva y no me pueden hacer daño por ahí.
– Aunque sea sin pretensiones, ¿cómo visualizas tu futuro en la música?
– Me imagino algo bonito, porque siempre donde hay ganas hay resultados. Pero no resultados en el sentido de llegar al público. Es una meta personal. Dentro de unos años, lo único que quiero es decir: he sacado mis canciones, he escrito mis cosas y lo he vivido con la gente de Colectivo. Desde fuera no se puede ver, pero es que son personas tan buenas… Lo único que puedo decir del futuro es que quiero seguir con ellos y disfrutando del día a día.
– ¿Musicalmente, cómo es tu vinculación con los 980 Clockers?
– De momento, no se sabe. Ahora mismo, ellos son como el referente. Tienen tantas ganas de sacar cosas, tanto que decir… Siempre voy a estar a su lado y trataré de ayudarles en lo que pueda, como ellos a mí.
– ¿Cuesta todo más en una ciudad como esta?
– Fíjate que pienso que tenemos el momento y ese punto de ser una ciudad tan pequeña que nos da la oportunidad de sonar. Además, somos un lugar con muchísimo talento, muy íntimo.