Una tarde cualquiera de mediados de 1997, un niño de 8 años se sienta en el sofá del salón de su casa frente a la televisión. Su tío ha bajado a cuidar de él y de su hermano pequeño, a echarles un ojo mientras su padre y su madre terminan sus respectivas jornadas laborales. El tío en cuestión enciende la tele y busca uno de esos canales musicales que empezaban a emitirse y que suponían por aquel entonces toda una revolución de contenido. Enciende la tele porque sabe que sobre esa hora concreta se emite un programa con videoclips de sus géneros musicales preferidos, el rock y el heavy. Iba a escribir que la vida de ese rapaz de 8 años estaba a punto de cambiar, pero me ha sonado exagerado. Vamos a dejarlo en que un nuevo aspecto de su personalidad va a empezar a forjarse y con ello va a empezar a distinguirse del resto de sus compañeros de clase.
Aparece en la tele una nueva canción, frente a un primer rasgueo de guitarra la voz de una mujer comienza a sonar: es Cristina Llanos, guitarrista y vocalista de Dover. A partir de ese momento comienzan tres minutos y medio de lluvia, fuego, explosiones, besos, persecuciones, caricias, pasamontañas, pistolas, manifestaciones callejeras y enfrentamientos con la policía. Todo ello aderezado con una potente batería y unas guitarras que el niño nunca había escuchado sonar de semejante manera. Cristina canta en inglés y el niño no la entiende, pero a pesar de ello conecta con ella y siente su rabia y la pasión que pone mientras grita you rather! you rather! I couldn’t watch you before now you play every night. El tema acaba, se titula Loli Jackson y, además de las imágenes del grupo tocando, mezcla escenas de la película a la que sirve de banda sonora, A ciegas, de Daniel Calparsoro.
El niño no sabe muy bien lo que ha visto, solo sabe que quiere más. Cuando su padre llega de trabajar se lo cuenta todo con pelos y señales. Y su padre, días más tarde, realiza el acto de amor más grande que nadie vio, regalándole al niño el casete de Dover titulado Devil came to me, donde se incluye la canción en cuestión y, además, otra cinta con los grandes éxitos de Barón Rojo, donde el niño descubrirá la que, hasta el día de hoy, y ya son 35 primaveras, sigue siendo su canción preferida: Siempre estás allí.
Desde ese instante, el rock, el heavy y sus infinitos derivados se convirtieron en la banda sonora de una vida por la que han pasado grupos de todo tipo. Solo voy a señalar algunos, en concreto los que aquel niño podrá ver entre el 13 y el 15 de junio en su ciudad: Doro, Obus, Hammerfall, Avantasia, Leo Jiménez, Ars Amandi, Europe… Y si tuviese que escribir los que ese niño disfrutó en otras ediciones del festival que todos estáis pensando, no tendríamos artículo, sólo una lista enorme y bien elaborada de nombres con grandes grupos nacionales e internacionales.
El orgullo
Creo que ya es redundante, por que se ha dicho, se ha visto y, sobre todo, se ha comprobado, hablar del beneficio que para una ciudad del tamaño de Zamora tiene un festival como el Z! Live, por eso esta vez he querido escribir algo más personal que ayude a entender lo que significa para algunos tener un festival de estas características a un paseo desde nuestra casa: un orgullo. Orgullo que debemos agradecer a Cristina, Gonzalo, Andrés, Javi y al resto de la cuadrilla de organizadores de un evento que para mí ya es santo y seña de la perla del Duero.
Y aunque la vida y la música, suponiendo que estos dos términos no signifiquen lo mismo, nos lleven por caminos inescrutables, y a aquel niño ahora le haya dado por organizar conciertos y giras de grupos de rap, siempre queda tiempo para levantar los cuernos al aire. Porque desde 1997, en mi caso, y como decía Oscar Sancho, cantante de Lujuria, en esta casa seguimos teniendo el Corazón de Heavy Metal.