El Día Internacional de la Heráldica se viene celebrando todos los 10 de junio para conmemorar la ciencia del blasón o el arte de describir los escudos como formas de expresión artística que tienen su origen en el siglo XI. Entonces, los escudos de armas en estandartes y pendones representaban o simbolizaban a un noble para distinguirse de otros, identificar en el horizonte la presencia por ejemplo del rey en el campo de batalla, o distinguir los bandos. Nacidos por tanto en un ambiente bélico, fueron ganando complejidad y empezaron a formar parte de los linajes.
Posteriormente, justificar la posición social con larguísimos árboles genealógicos que evidenciaban la pertenencia a uno u otro linaje pronto se convirtió en una necesidad para algunos que buscaban demostrar el pedigrí. Esto impulsó la elaboración de despachos heráldicos y el desarrollo de la prestigiosísima profesión del rey de armas. Existen otras formas de argumentar cuán prestigioso es tu apellido más económicas como los encargos de descripciones genealógicas. Pero también existen los certificados, ejecutorias o concesiones de títulos nobiliarios, documentos clave para reflejar el éxito social y, sobre todo, fuentes de estudio de la heráldica en nuestros archivos.
Precisamente en el archivo histórico Fundos existen varios de estos ejemplos principalmente ligados al fondo de los Quiñones – Condes de Luna. Sin embargo, existe un ejemplar que no pertenece a dicho fondo, aunque señala claramente al apellido, y que constituye un ejemplo de genealogía muy interesante en el que se incluye, además, el ejercicio de hacer heráldica, de componer y describir un escudo con sus escudetes.
Los Losadas Quiñones
El ejemplar es una «Genealogía de los Losada», o así reza en tinta dorada en el lomo. Abrimos su cubierta de cuero, pasamos su guarda con tintas al agua, y en la primera hoja podemos leer «Descripción Genealógica de los Losadas Quiñones de la villa de Benavente en el Reino de León».
El vínculo de los Quiñones con la provincia de Zamora en general está bien documentado en el fondo del linaje en el Archivo Fundos por motivos de jurisdicción. Es especialmente evidente cuando se unen por lazos matrimoniales con la casa Pimentel, los famosos conde-duques de Benavente. Sin embargo, esta descripción genealógica nos permite explorar otra rama distinta a los Pimentel.
En las primeras páginas en una caligrafía impresa del siglo XVII, concretamente en 1647 en Madrid, descubrimos las armas, el árbol y la ascendencia de varios linajes en relación a don Luis de Losada Quiñones, del Consejo de su Majestad y su oidor de la Real Audiencia de Panamá. No nos detendremos en conocer a este personaje que bien merece un artículo solo para él porque nos centraremos para celebrar el día de la heráldica en el escudo ejerciendo de heraldos, sin ser demasiado rigurosos especialmente para los lectores profanos, exponiendo aquí cómo han blasonando en la descripción y desgranando algunos detalles.
El escudo está formado por escudetes, esto es escudos más pequeños insertos en el escudo principal, que a su vez representan otros apellidos. Así se aprecia en la imagen.
Si blasonáramos de forma rigurosa, diríamos algo así como: en el cuartel alto derecho… Pero lo cierto es que en este arte la izquierda quiere decir derecha y la derecha izquierda. Es decir, el escudo no se describe como lo vemos de frente, sino como si estuviéramos detrás de él. Para no confundir, nos permitiremos la licencia de decir a la izquierda del lector. Pierde algo de rigor y encanto, pero es más sencillo para inexpertos.
Como el título del ejemplar ya nos adelanta a modo de spoiler, es fácil intuir que el primer escudete del escudo es el de los Losada. Seis lagartos verdes bajo losa color pizarra, en campo de oro, con perfil orlado de ocho aspas de oro en campo de gules. Se trata de un apellido originario de Galicia, pero también en Puebla de Sanabria, Benavente, Rionegro, Zamora e incluso Madrid.
En el cuartel alto a la derecha del lector, dos castillos de oro en campo de gules, partido y un león de gules o sanguíneo rampante y coronado en campo de plata. Estamos ante los Enríquez. Los Quiñones los encontramos en el cuartel bajo a la izquierda del lector. Posee quince escaques, siete en plata sobrepuestos con veros azules y ocho de gules. Estamos ante el linaje leonés.
A continuación, el cuartel bajo a la derecha del lector, con cuatro bastones en campo de oro, orladas de ocho cruces de plata muletadas en campo blao, los Varelas, o Varillas que sería su origen en gallego, originarios de Riego de León.
Sobrepuestas sobre los cuatro cuarteles en el medio, las armas de los Nuncibais, un árbol verde con dos cabras en su color sobre campo de plata, propios de los Nuncibais, linaje de Vizcaya. Se incluye en el escudo por ser el mayorazgo de Ferreras, ligado a este linaje, parte de la jurisdicción de Luis de Losada y Quiñones.
Rematan el escudo dos cisnes que lo orlan indicando el entronque con el linaje Cisneros, poseedor del hábito de Santiago. Ambas aves son el soporte del escudo.
El timbre del escudo, la parte alta para entendernos, se compone de un yelmo con penachos o plumajes y a ambos lados lambrequines. Como dato curioso, cabe detallar que el yelmo mira a la izquierda del lector indicando la legitimidad del miembro al que representa el escudo, ya que si mirara hacia el otro lado nos encontraríamos ante un bastardo.
Imaginar los colores
El escudo está impreso, al igual que el texto, con tipos de impresión del siglo XVII, lógicamente en blanco y negro. A diferencia de los despachos heráldicos que están ricamente iluminados y enriquecidos con tintas polícromas con los colores exactos que reflejan la fidelidad de la heráldica descrita. En este caso, es el detalle en el arte de hacer heráldica el que nos invita a imaginarnos los colores.
En la última hoja antes de volver a pasar la guarda en tinta al agua y cerrar nuestro ejemplar con su cubierta en cuero, el capellán, Fray Pedro de San Juan Baptista, que intuimos se ha encargado en parte de hacer la composición del documento, fecha y firma el documento despidiéndose con una reflexión bellísima que sirve también para cerrar este breve artículo:
[…] que las personas en quienes la virtud falta, aunque se conozcan por los escudos y hazañas de sus mayores, mas son notadas, o conocidas que nobles. Pues como dijo el glorioso doctor de la Iglesia S. Gerónimo no hay mas nobleza que la que resulta de la virtud y la mayor para con Dios […].