Para los amantes de lo clásico, el debate en el Pleno de la Diputación del mes de junio empezó con un cara a cara verbal entre el presidente de la institución, Javier Faúndez, y la portavoz de Izquierda Unida, Laura Rivera. En realidad, durante los últimos mandatos, el rostro del PP puede cambiar, pero la disputa con la representante de IU se mantiene inmutable. Antes fueron Aurelio Tomás o José María Barrios; ahora es directamente el hombre que ocupa el asiento principal de La Encarnación. Igual da. La distancia entre las ideas va más allá de las personas.
Faúndez y Rivera pelearon esta vez por el expediente para la contratación del suministro de agua potable embotellada para los pueblos de Zamora, y eso que los dos votaron a favor el punto. El presidente recordó que el citado recurso de las garrafas se prevé como una medida extraordinaria, como los camiones cisterna. Y también destacó la presencia, por si acaso, de las potabilizadoras portátiles: «Son tres, espero que quede claro», advirtió. La portavoz de IU replicó que el problema «es mucho más grave» y que va más allá de «un contrato pequeño».
Al final, como es costumbre también, el debate se destensó cuando Faúndez le preguntó a Rivera si ella bebía el agua de Zamora directamente del Duero y la portavoz de IU replicó a lo lejos si hacía falta contestar a eso. El salón dejó de mirar la disputa como un partido de tenis, se escucharon algunas risas y el Pleno caminó hacia el siguiente punto, el de las sanciones a la empresa de autobuses de los niños de Benavente accidentados en León. Ahí, los grupos asumieron la posición del equipo de Gobierno sin más fricciones.
La siguiente discusión seria del Pleno dejó fuera a Rivera y enfrentó esta vez a Faúndez con Eloy Tomé, el portavoz de Zamora Sí. El choque entre antiguos compañeros de gobierno – Tomé era asesor en el gabinete de Presidencia con Francisco José Requejo durante los cuatro años de coalición con el Partido Popular – llegó por el afán de apuntarse el tanto de la idea de establecer un convenio de colaboración entre la Diputación y el Colegio Oficial de Peritos e Ingenieros Técnicos Industriales para agilizar la concesión de licencias.
Tomé arrancó defendiendo que la propuesta había partido del equipo anterior, que a su juicio llevó «una mentalidad más empresarial» a la institución: «Cuando conoces la realidad, una de las principales demandas es ser más ágiles en la concesión de licencias. Debemos facilitar el camino de quienes arriesgan su dinero», analizó el portavoz de Zamora Sí, que reivindicó las «iniciativas valientes y complicadas» lanzadas por los entonces miembros de Ciudadanos y que subrayó el encaje de bolillos necesario para cerrar un convenio que se acabó redactando en su versión definitiva tras «16 borradores distintos».
El representante de la oposición terminó por decir que «todos los frutos que se están recogiendo ahora son novedades heredadas del mandato anterior», algo que no le hizo demasiada gracia a Faúndez: «Esto lo hemos empezado de cero. Una cosa es decir lo que quieres hacer y otra es poner los medios. Nosotros no vivimos de pronunciamientos, vivimos de realidades. Llevamos siete meses con esto y los 16 borradores son nuestros, ni uno suyo. Hemos llegado a un acuerdo con este colegio y estamos de acuerdo en la filosofía de reducir los plazos, pero yo de literatura no vivo. Nosotros somos resultadistas: ponemos nuestro empeño, le damos vueltas y lo sacamos. Usted estuvo enredando cuatro años con resultados cero», le espetó el presidente al representante de la oposición.
Tampoco encontró una mano amiga Tomé en el Partido Popular en general a la hora de plantear su moción sobre la instalación de cajeros para paliar la exclusión financiera en los pueblos. Faúndez despachó el asunto con una referencia a la carencia presupuestaria de la Diputación y a la supuesta falta de soluciones viables: «El buenismo se valora, pero a veces hay que decir que no», abundó el mandatario alistano, que en la siguiente moción, de IU, se alineó con la versión de la Junta para rechazar una propuesta sobre las líneas de autobús en la estación de Sanabria Alta Velocidad.
Los bloques y los ruegos
En la última moción del día, Faúndez, el resto del PP, Tomé y el portavoz de Vox, David García Montes, se unieron para exigir facilidades al Gobierno y contar así con habilitados nacionales. Lo cierto es que la problemática con los secretarios afecta a todos los ayuntamientos, pero cada grupo ve la realidad desde su prisma, y esa conjunción entre interés elevado y posición dispar condujo a una discusión a cinco bandas en la que los firmantes del texto y la izquierda terminaron por acusarse mutuamente de oportunismo político. Las Europeas son a la vuelta.
Ya en los ruegos, el duelo Rivera – Faúndez regresó con la representante de la oposición a la carga para hablar sobre la compensación a los ayuntamientos por los embalses. La portavoz de IU demandó que la Diputación asesore a los pueblos sobre la reversión y afirmó que «es la hora de dar trigo en lugar de predicar». También confió en las declaraciones previas del presidente sobre el asunto y elogió al mandatario como «hombre de palabra». De hecho, le recordó que en una sesión previa le había prometido, como regalo, un botijo: «Hoy que hemos hablado del agua…», suavizó la representante política.
Faúndez no pudo reprimir la sonrisa ante el chascarrillo, se comprometió de nuevo a comprarle la pieza a Rivera en la Feria de la Cerámica y, a partir de ahí, admitió que las concesiones administrativas de los embalses «van caducando». «La primera es Villalcampo, luego Castro, más tarde Moncabril…», repasó el presidente, que recordó, no obstante, que hay asociaciones en las que están integrados los ayuntamientos afectados. «Las puertas las tienen abiertas, eso sí, para garantizar como mínimo los ingresos que tienen ahora», zanjó el dirigente alistano.