Mientras afuera el calor veraniego aplasta el ánimo de cualquiera en un mayo que parece julio, dentro de la panadería de los Hermanos Coomonte, en Corrales del Vino, se cuece una explicación un tanto pintoresca. No tanto por los datos que la repostera va ofreciendo a sus visitantes, sino más bien por la complicación que genera contarles a unos holandeses cómo se elaboran las aceitadas. En este caso, mini aceitadas, para ser más precisos. Las traducciones al inglés no siempre son sencillas en este contexto, y toca poner voluntad, pero al final todo fluye cuando uno tiene interés.
Unos minutos después del atropellado inicio de la clase particular y de una breve conversación sobre la Semana Santa, algunos de los seis neerlandeses presentes terminan por colocarse el delantal y sumarse a la elaboración de otros bollos a las órdenes de los jefes de la sala. La escena tiene lugar el miércoles a primera hora de la tarde, y los extranjeros que suman estos conocimientos culinarios a su haber son periodistas y blogueros especializados en el ámbito del turismo.
Entre el 27 y el 31 de mayo, este pequeño grupo de comunicadores ha visitado la provincia en el marco de un viaje que servirá para promocionar las rutas del vino de la provincia como destino para los viajeros de los Países Bajos. Los periodistas y blogueros han probado y retratado la gastronomía, han visitado el entorno de Toro, de Zamora y la Tierra del Vino o de los Arribes y se han sumergido en los negocios adheridos a estos itinerarios que, más allá del aspecto vitivinícola, pretenden dar a conocer todos los recursos del territorio que abarcan.
La visita también ha incluido el paso por los viñedos y por las bodegas, claro, pero en esencia ha sido una experiencia completa dentro de los municipios que pertenecen a las rutas. «La idea es que la gente conozca que España es más que costa», explica Marlies Duquesnoy, una de las asistentes al viaje. En su caso, no se trata de una periodista, sino de una de las responsables de Turismo de Países Bajos, que considera que las rutas del vino constituyen una forma particular de «conocer un destino especial».
Duquesnoy admite que Castilla y León es «una región muy desconocida» para los neerlandeses, que tienden a manejar más información sobre los destinos de playa y las grandes ciudades, con el interior más apartado de su mirada. «Los propios territorios también tienen que hacer más», subraya la experta de Países Bajos, que apela a «acercar las posibilidades al turista». Por ejemplo, a través de la puesta en conocimiento de los potenciales visitantes la cercanía entre Zamora y Madrid vía coche o tren.
A todo ello contribuirán las publicaciones de los periodistas y blogueros que han acudido a Zamora. Algunos suman decenas de miles de lectores recurrentes y varios miles de seguidores en redes sociales como Instagram. «Hay que enseñarle a la gente que esto existe», recalca Duquesnoy, que indica, sin ir más lejos, que su newsletter oficial alcanza a 30.000 personas. A partir de ahí, también sirve mucho «la promoción del boca a boca».
En esa línea, la impresión de las personas que luego tendrán que contar lo que han visto resulta clave. A varios de ellos, como a Hanno Weima, les llamó especialmente la atención la ciudad, con el castillo, las iglesias y las plazas, aunque también la «tranquilidad» de los entornos rurales y «la belleza» del Duero: «No hay mucha gente ni demasiados turistas. Se trata de contar que hay otra España», asegura este comunicador, mientras varias de sus compañeras introducen las mini aceitadas pendientes en el horno.
Weima incide en el mensaje trasladado por Duquesnoy sobre el desconocimiento de un lugar que no entra habitualmente en las rutas de los holandeses. Y eso que existe una costumbre arraigada por parte de los turistas de ese país de moverse en su propio vehículo o en autocaravana, lo cual facilita una aproximación al oeste para quienes han optado por Madrid como destino central de sus vacaciones.
Lo experiencial y la importancia de los negocios
Desde la óptica turística, también conviene tener en cuenta que los viajeros cada vez se alejan más del modelo de llegar, ver los monumentos y marcharse. El llamado turismo experiencial incluye un contacto directo con el territorio en el que visitas como esta a la panadería Hermanos Coomonte resultan tan enriquecedoras como la contemplación de las iglesias o las ventanas abiertas en los museos.
Los neerlandeses se encontraron aquí, además, con una panadería tradicional, levantada por los abuelos de los dueños actuales y muy pegada al lugar donde se ubica. Para empezar porque, como casi todos los negocios de estas características en el medio rural, no solo atiende a un pueblo, sino que se mueve por la comarca al completo como un servicio ambulante clave en la vida de unas localidades cada vez más despobladas: «Hacemos 16», matiza el dueño, Luis Coomonte.
Este panadero, heredero de toda una estirpe, forma parte de la Ruta del Vino de Zamora y se implica de este modo en el desarrollo de la zona, desde la consciencia de que reinventarse es una obligación. Ahora, la jubilación de la parte de la familia con la que compartía la panadería, le deja completamente al frente, con una «ilusión de la leche», con la venta por Internet en marcha desde la pandemia y con el bollo blanco con almendras y las magdalenas como grandes referencias.
Pero, de fondo, la visita sigue con las aceitadas. Cuando por fin salen del horno, el «oh» resuena por las paredes del obrador. La siguiente parada será una bodega, al día siguiente Arribes y, después, marchar para contarlo. El objetivo es que pronto haya noticias en Holanda de los dulces de Corrales, del vino de Toro o de las particularidades de Fermoselle. Será el primer paso para que sus vecinos levanten la vista y miren al oeste de Madrid.
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