De los bailes nupciales de Brisa y Viento a la llegada al mundo de Madrigal y Urraca. La primavera del año 2024 ha traído a Zamora la aparición de una familia de halcones peregrinos, pero su alumbramiento no ha sido casual, sino que forma parte de un proceso iniciado hace tiempo y planteado con un objetivo claro. Ya en el año 2017, el Ayuntamiento, en colaboración con expertos y asociaciones como NaturZamora, instaló una caja nido en la azotea de los Nuevos Ministerios con el fin de facilitar la cría de esta especie en la ciudad y contar así con un arma para frenar la superpoblación de palomas. Han pasado siete años, pero esa siembra finalmente ha obtenido cosecha.
Los resultados de esa intervención se han presentado este viernes en el Ayuntamiento con la presencia del concejal responsable del área, Pablo Novo, y de los expertos de la asociación que se han implicado en esta idea: Carlos Ramírez y Alfonso Rodrigo. Este último ha sido el encargado de narrar un proceso en el que el avistamiento de halcones por la ciudad ha sido relativamente común, pero en el que la cría dentro de la caja habilitada para tal efecto se ha demorado hasta que la pareja adecuada se cruzó en el momento preciso.
La hembra, Brisa, llevaba ya algún tiempo viniendo a Zamora. Ella nació en una caja similar en Madrigal de las Altas Torres y apareció por la ciudad en la primavera de 2022, con apenas un año de vida. Su primera estancia en la capital se desarrolló en lo alto de la Catedral. Desde allí se movía a otras zonas, como su propio lugar de nacimiento o los silos ubicados en la zona de Benavente. Más tarde, solo volvía para cazar.
Al año siguiente, en 2023, los expertos detectaron la presencia de dos machos en la caja nido. La expectativa era que alguno de ellos pudiera criar ya con Brisa, pero la juventud de la hembra frenó cualquier acercamiento. Para entonces, ella tenía dos años y lo habitual para los halcones es empezar a tener familia a los cuatro. Sin embargo, en 2024, y cuando aún tenía tres, esta ejemplar se adelantó.
En la zona de los puentes, Alfonso Rodrigo empezó a detectar durante el invierno los primeros bailes nupciales del ritual de apareamiento de los halcones entre Brisa y un macho cuya identidad estaba por determinar: «Se ve claramente. A veces, no entiendo cómo la gente no se entera de estas cosas», ha señalado ya este viernes el experto, que fue percibiendo cómo el macho le llevaba presas a la hembra. El momento estaba cerca.
Finalmente, en marzo, Rodrigo ya puso presenciar cópulas en la caja nido. En paralelo, Brisa, que por aquellas viajaba diariamente a dormir a Malva, comenzó a quedarse de forma permanente en el hogar creado en los Nuevos Ministerios. Todo parecía blanco y en botella y, efectivamente, hace apenas dos semanas aparecieron los dos pollos, probablemente dos hembras a las que se les dio el nombre de Madrigal, por el lugar de nacimiento de la madre, y Urraca, por razones obviamente zamoranas.
Días después se comprobó que el macho era uno de los que se había instalado en la caja en la primavera anterior y que estaba anillado previamente. De hecho, había nacido en una instalación similar ubicada en la localidad salmantina de Villamayor. Quien vaya estos días por el entorno del León Felipe podrá verlos: «No les supone estrés porque están muy altos. Ahora, solo queda disfrutar de ellos», ha recalcado Rodrigo. El padre recibió el nombre de Viento por afinidad con su pareja.
Una vigilancia única en España
El objetivo de las asociaciones ahora, en colaboración con las instituciones y con organismos expertos en este tipo de aves, es instalar cámaras en la caja y colocar un GPS en las aves para lograr una combinación de imágenes y geolocalización inédita hasta la fecha en España. Ahora bien, el estudio ornitológico y el espectáculo de su presencia son lo de menos desde un punto de vista pragmático. Lejos del romanticismo, los halcones servirán para una tarea principal: cazar palomas.
«Matan muchas y, cuando crezcan los pollos, matarán más», ha advertido Alfonso Rodrigo, que considera que ahora les puede llegar con dos al día, pero que esa cifra se incrementará a medida que pasen las semanas. Además, la presencia de los halcones genera estrés en las palomas, que se reproducirán menos y tratarán de huir de las zonas donde se ubiquen sus depredadores: «Mientras estuvo Brisa en la Catedral, dejó de haber palomas en el cimborrio», ha constatado el experto.
El objetivo ahora es asentar a una pareja más de halcones con el objetivo de «tener una ciudad más limpia», aunque Madrigal y Urraca se marcharán cuando alcancen la edad adulta. Está en la naturaleza de esta especie expulsar del territorio a sus propias crías. Ahora bien, si todo marcha bien, Brisa y Viento seguirán aumentando su familia una vez al año, generalmente con dos ejemplares por temporada.
Otras medidas
Aparte de la presencia de los halcones, desde 2017, el Ayuntamiento y la asociación han tomado otras medidas para limitar la presencia de palomas. Por ejemplo, la reducción del nivel del agua de las fuentes para que las aves no llegaran a beber o el tapiado de ciertos lugares abandonados que eran susceptibles de convertirse en auténticos palomares: «Ahora, los halcones las van a incomodar muchísimo», ha aseverado Carlos Ramírez, que augura un decrecimiento de la población de las torcaces por culpa de ese estrés.